Hace unos años Umberto Eco
habló en la Conferencia Científica Internacional, que se celebró en Roma. En su
intervención dijo que el prestigio del que gozan los científicos (en
Europa, se entiende) se debía más a un malentendido que a un verdadero aprecio
público de la ciencia: no es que el público entienda qué es la ciencia y por
eso la aprecie, dice Eco, sino que la confunde con la tecnología y ésta se
parece mucho a la magia. Lo que aprecia el público es la magia y a los magos.
La
computadora, el coche, el horno de microondas, el celular... todo eso opera con
sólo apretar un botón, por decirlo así. El funcionamiento de los aparatos se
esconde detrás de una envoltura bonita y amigable. El usuario no tiene la menor
idea de qué pasa en las tripas del aparato, y mucho menos del largo camino que
llevó a los ingenieros a producirlo. Aprieta el botón y ¡puf!: resultados
inmediatos sin engorrosos pasos intermedios ni largas cadenas de causas y
efectos. Magia pura.
Desde
luego, las largas cadenas de causas y efectos, aunque no se vean, están
presentes. El coche no prende sin que el interruptor de encendido conecte un
circuito que alimenta de electricidad una bobina que mueve un eje con imanes
que está conectado a un egrane que impulsa otro engrane que transmite el
movimiento al cigüeñal, al tiempo que una bomba inyecta combustible en el
carburador y que el distribuidor reparte chispas eléctricas entre las bujías
para hacer explotar la mezcla de aire y gasolina que, entre tanto ha entrado en
las cámaras de combustión de los pistones. Y eso es sólo el primer segundo de
la ignición. Lo que pasa cuando usted pone la palanca de transmisión en drive es más complicado. Ni qué decir de la computadora y lo que ocurre
cuando usted manda un e-mail. Los productos de la tecnología, como señala Eco,
parecen mágicos y así se presentan al público. Añádase que en los medios la
ciencia siempre viene de la mano de la tecnología y se entenderá por qué es
común confundirlas.
Pero
la ciencia no es la tecnología. El físico Richard Feynman decía: "La física es como el sexo: por supuesto que tiene consecuencias prácticas, pero eso no es lo que nos motiva a hacerlo". Lo mismo se puede decir de la ciencia, cuyas consecuencias prácticas se reflejan en la tecnología. El objetivo de ésta es hacernos la vida más fácil y cómoda
(y hasta más divertida, si quieren), mientras el de la ciencia es entender el
universo en todos sus aspectos cuantificables, dos objetivos muy diferentes. Tan diferentes que desde ese punto de vista no se ve qué podrían tener en común ciencia y
tecnología. La ciencia vista así se parece más bien a la filosofía y a la
exploración artística.
Para
presentar la ciencia al público de una manera más realista y que no se confunda con la tecnología y menos con la magia habría que evitar,
para empezar, el triunfalismo con que se suele pregonar los adelantos
tecnológicos (triunfalismo que, por cierto, imitan los charlatanes que nos
venden productos mágicos para bajar de peso, para restablecer la salud o para
ver el futuro). También hay que evitar presentar solamente resultados. Los
resultados --“los astrónomos descubren que la expansión del universo se
acelera”-- son la proverbial punta del iceberg, pero la ciencia de verdad está
en el cuerpo del iceberg, lo que está bajo la superficie, lo que no se ve. Los
astrónomos no descubrieron que la expansión del universo se está acelerando así
nada más, mirando un día casualmente debajo del mantel. Einstein no se sacó de
la manga que E = m
c2
.
Yo
creo que un método muy eficaz para comunicar la ciencia al público es presentar
no lo que sabemos, sino lo que no sabemos. Hay
muchas cosas que no sabemos y que no sabemos que no sabemos. Por
eso los científicos nunca se quedarán sin trabajo (aunque se puedan quedar sin
empleo). Pero también hay cosas que sabemos que no sabemos. Ésas son suelo
fértil para divulgar la manera científica de pensar, mostrándola como una
empresa tan humana como la que más. Por ejemplo, no sabemos por qué se está
acelerando la expansión del universo en vez de frenarse. Hoy en día hay dos o
tres hipótesis que luchan por formar consenso en la comunidad científica. El
agente al que se atribuye el efecto acelerador se conoce como energía oscura, pero de ponerle nombre a saber qué es hay mucho trecho. Unos dicen
que la energía oscura es una propiedad intrínseca del espacio, que así está
hecho y que la energía oscura hay que buscarla en la estructura del
espacio-tiempo (hipótesis de la “constante cosmológica”). Otros dicen que se
trata de un tipo de energía desconocido hasta hoy y que produce repulsión
gravitacional en lugar de atracción (hipótesis de la “quintaesencia”). Lo cierto
es que no sabemos, y eso nos da pretexto para
hablar de muchos temas: el big bang y cómo se descubrió, el pensamiento del
científico, el componente social de las teorías científicas (una teoría sin
adeptos no vale nada), cómo funcionan las estrellas, la estructura del
universo, los personajes que participaron en el descubrimiento, sus
antecesores...
Hay
muchísimas cosas más que sabemos que no sabemos. ¿No les encantaría conocerlas?
¿No preferirían una ciencia que comparte sus dudas y tropiezos e invita a
acompañarla y explorar con ella en vez de esa estructura monolítica e
impenetrable que manda sus resultados triunfales a los periódicos sin decir
cómo los obtuvo? ¿Qué tal un libro acerca de lo que no sabemos? ¿O una
exposición de museo?
Algunas
personas temen que la ciencia pierda adeptos por decir “no sabemos”. Quizá es
porque no se han dado cuenta de que para mostrar lo que no sabemos hay que
hablar muchísimo de lo que sí sabemos. Más aún, hay que hablar de cómo lo sabemos, que es lo más hermoso de la ciencia.
5 comentarios:
Muy interesante pero no entiendo que "chiste" tendría de la ciencia sin fines prácticos como la tecnología.
Si la ciencia es la punta del iceberg, entonces la tecnologia seria lo que el iceberg va empujando.
Um...no... la TECNOLOGÍA es la punta del iceberg. Y la idea es que lo que motiva a muchos científicos es el placer de entender, que es un placer estético.
"...La ciencia vista así se parece más bien a la filosofía y a la exploración artística..." ¡echacatamente!
La filosofia es un esfuerzo honesto y valiente de entender el mundo, no solo de medirlo, pesarlo, calibrarlo. El arte es un poco mas, no solo entender el mundo, sino sentirlo...
La ciencia, aun siendo rigurosa, metodica, y por vocacion desapasionada, en el fondo tiene la pasion de Beethoven pintando con notas la alegria o de Miguel Angel narrando con imagenes la Creacion... igual deleite tiene el cientifico, al ENTENDER algo que nadie mas ha entendido, al entenderlo por primera vez y el deleite al imaginarse ir corriendo con sus colegas y con todo el mundo a compartir el descubrimiento. En el fondo, la misma FASCINACION de un niño pequeño la primera vez que ve una oruga peluda.
Es deporte nacional (imagino que de cualquier nacion) etiquetar como "nerd" como "cerebrito del salon" o creo que hoy les dicen "ñoños" (aunque ñoños es otra cosa) a quienes disfrutan del conocimiento por si mismo, sin pensar el PARA QUE SIRVE ESTO. Yo creo que es un cliche tomarlos a burla PORQUE ES MAS FACIL BURLARSE QUE ENTENDER, y es mas facil la flojera que el esfuerzo.
Asi que, tal vez para esa manera de pensar, es dificil de entender una ciencia valiosa en si misma, se concluye malamente que "necesita un para que" una razon de ser, una justificacion. La tecnologia. Y es reflejo de nuestra sociedad: si no sirve para algo, si no hay aplicacion practica, o peor, si no hay valor monetario, carcece de valor en si mismo...
... jeje, pero ¡ejele! no es asi. Y mientras mas se tarden en captarlo (o si nunca lo captan) PEOR PARA ELLOS. El mundo es una maravilla y entenderlo es una vocacion. Cualquiera que preste oidos, ojos, sentidos, VERA QUE EL DESCUBRIMIENTO, EN SI MISMO, ES UNA NUEVA AMERICA PARA CUALQUIER COLON QUE QUIERA ENCONTRARLA.
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