Imagínense una película ambientada en la Roma antigua. Un personaje pregunta qué día es hoy y le contestan: "Hoy es 15 de agosto de 50 antes de Cristo, como todo el mundo sabe". Así, tampoco en la Edad Media sabía la gente que vivía en la Edad Media, ni en la Guerra de los Cien Años se decía "ay, menos mal que ya estamos en el año 99 de la Guerra de los Cien Años". Eso lo dicen después los historiadores una vez que analizan documentos e identifican patrones en el pasado. Es lo que el filósofo Daniel Dennett llama "coronación retrospectiva": darle un valor exaltado a un acontecimiento importante una vez que se reconoce retrospectivamente que lo fue. Los periodos históricos se identifican y nombran
a posteriori.
Así pues, yo desconfío de quien pretende reconocer y nombrar hitos históricos que aún no se sabe si lo serán: "estamos entrando a una Nueva Era en la que todo será maravilloso", "ha empezado la era geológica del Antropoceno", "estamos en la Cuarta Transformación" --de momento, son eslogans. Para saber si estos procesos del presente se merecen la coronación, habrá que esperar a que esta sea retrospectiva, y ahí sí que ni modo: para que sea retrospectiva, el suceso tiene que haberse consumado y estar en el pasado. Ni toda la ideología bien intencionada (o no) del mundo va a cambiar este hecho impepinable. O sea que ya veremos.
Con el historiador Thomas Kuhn y su libro
La estructura de las revoluciones científicas pasa lo que con Cervantes y el Quijote: son tan famosos que uno los puede citar sin haberlos leído: "Cosas veredes, Sancho", "Con la iglesia hemos topado", decimos con suficiencia y sin tener ni idea de en qué parte del Quijote dice eso. "Ladran, Sancho, señal que cabalgamos", espetamos a quien nos critica, creyéndonos envueltos en sabiduría quijotesca y cervantina y por lo tanto imbuidos de razón. Pero "ladran, Sancho" no está en el Quijote. ¿Importa?
Un peligro de citar sin haber leído es la falsa atribución, como ya vimos. Otro es la falsa interpretación. Pasa con Einstein. "Dios no juega a los dados", decimos que dijo Einstein, y para decirlo fruncimos el ceño y adoptamos un tono solemne con dedito levantado para que no quede duda de que sabemos de lo que hablamos. Y luego usamos la frase para dar a entender cualquiera de estos equívocos:
1) que Einstein creía en dios
2) que Einstein no creía en la casualidad
3) que Einstein creía que diosito tiene todo planeado y no hay de qué preocuparse
Pero "dios" para Einstein era simplemente ("simplemente", ejém) la regularidad de la naturaleza que se manifiesta como leyes comprensibles. Para acabarla de fregar, Einstein ni siquiera lo dijo así. En una carta al futuro abuelito de Olivia Newton John (que no sabía que lo era, igual que la gente de la Edad Media, que no se sabía medieval) Einstein escribió: "La mecánica cuántica dice mucho, pero no nos acerca al secreto del Viejo. En todo caso, yo estoy convencido de que Dios no juega a los dados con el universo". ¿Saben a qué se refería ? A la acausalidad de la mecánica cuántica en la interpretación de Copenhague.
Ni siquiera me voy a molestar en explicar eso de la acausalidad de la mecánica cuántica en la interpretación de Copenhague. Baste para ilustrar que citar frases célebres al aventón puede ser resbaloso... a menos que uno lo haga con malas intenciones, en cuyo caso es tramposo.
Pues lo mismo con Kuhn, como les decía. Kuhn estudió el proceso de sustitución de una teoría por otra en la historia de la ciencia tomando como modelo la transición del geocentrismo al heliocentrismo, e identificó un patrón. El patrón tiene etapas y Kuhn les puso nombres. ¿Cómo se pasa de una teoría A a una teoría B? Pero sobre todo, ¿por qué se pasa de la teoría A a la B? Pues porque la teoría A deja de funcionar. ¿Cuándo deja de funcionar? Cuando aparecen experimentos u observaciones que la teoría batalla para explicar. Pero no se cambia de teoría a la primera dificultad. Se tiene que acumular una cantidad de anomalías suficientemente incómoda. Una vez que la teoría A despierta sospechas, se buscan otras explicaciones y durante un tiempo pueden proliferar teorías alternativas hasta que una convence a la mayoría. Entonces se desechan las alternativas y uno se queda con una nueva teoría B... hasta que le salgan verrugas. Kuhn llamó "ciencia normal" a los periodos en los que predomina una teoría que funciona, "crisis" a la proliferación de alternativas cuando se acumulan suficientes anomalías y "revolución científica" a la transición de una teoría ampliamente aceptada a otra. Y a las teorías las llamó "paradigmas".
Se le critica a Kuhn que usó esa palabreja de tantas maneras distintas que destanteaba y sacaba de onda. Cuando su teoría sobre las teorías se popularizó en los años 60 y 70, esta confusión inicial dio lugar a la tergiversación
new age de las revoluciones científicas kuhnianas, interpretación que está causando estragos.
Una cosa que Kuhn
no dijo es que los periodos de "ciencia normal" fueran malos y las "revoluciones" buenas, pero la metáfora de la revolución social, con todas sus evocaciones (la francesa, la mexicana, la rusa, la cubana (no son tortas, son revoluciones), todas las cuales --unas más, otras menos-- tienen sus partidarios que las reconocen como buenísimas) pesa demasiado y uno concluye, si se va con la finta, que no puede ser casualidad que Kuhn haya escogido esta terminología. Ya sólo un paso nos separa de caer en la trampa de pintar los periodos de "ciencia normal" como etapas de ceguera y conformismo burgués y asqueroso y los "cambios de paradigma" como la apertura de las puertas del cielo con coro celestial para dar paso a la luz de la razón y la liberación de los oprimidos para siempre jamás. La interpretación
new age es "escatológica", pero no porque se refiera al excremento, sino porque se refiere al destino final de las cosas, como el Apocalipsis, que es un libro "escatológico" de la Biblia: en la interpretación
new age el "nuevo paradigma" es la culminación de la historia y llegó para quedarse. Sin embargo, nada de eso está en Kuhn. Y desde luego los partidarios de esta visión escatológica del cambio de paradigma no reparan en que, en el esquema de Kuhn, no hay teoría final que haya de durar eternamente: la vida es una constante y machacona sucesión de paradigmas y toda teoría de hoy tiene los días contados.
Otra cosa que tampoco dice Kuhn es que su esquema se refiera a la gestión de la ciencia y sus instituciones. Así pues, que el CONACYT decida encaminar la ciencia del país por otros derroteros (sean estos buenos o malos, o vayan a serlo a la postre, por ahora no lo sabemos, como los medievales que no sabían que eran medievales y el abuelito de Olivia Newton John) no es un cambio de paradigma kuhniano, cuantimenos porque los cambios de paradigma kuhnianos surgen desde adentro de la comunidad particular que se rija por la teoría problemática, no se imponen desde la autoridad. En un artículo reciente Víctor Toledo, secretario del medio ambiente y recursos naturales, recurre naturalmente a lo que en el medio ambiente se conoce como una falacia cuando achaca la inconformidad de una parte de la comunidad científica con las nuevas autoridades al "resquebrajamiento de una manera de concebir la ciencia" y dice de este resquebrajamiento que es una crisis de paradigma en el sentido de Kuhn. No lo es. Al secretario se le van las patitas, a propósito o sin querer queriendo (¿malicia o ignorancia?). Es muy bonito darse ínfulas de sabiduría kuhniana como cervantina, el problema es el mismo que con "ladran, Sancho": eso no fue lo que dijo Kuhn.
Luego dice el secretario que "Hoy la 'ciencia normal', que es la dominante, está en crisis, no sólo en México, sino en el mundo", como si "ciencia normal" fuera, pues eso que dije arriba: una forma de hacer ciencia agachona, ciega, conformista y burguesa. Añádase, para más oprobio de esa manera de hacer ciencia que el secretario pretende denostar a punta de kuhnazos, hegemónica, patriarcal y occidental. Y otra vez: puede que sí haya una manera de organizar y manipular la ciencia que favorezca intereses horribles, pero eso no es la ciencia normal de Kuhn, sino una tergiversación
new age y escatológica del concepto.
Y hablando de falacias, ¿qué tal esta?: para que le creamos todo lo que nos dice, el secretario empieza advirtiéndonos que tiene experiencia de un millón de años como "investigador crítico". O sea, no se fijen en mis ideas, fíjense en mis credenciales. La falacia "por mis cojones", también llamada principio de autoridad. Hay más --como la idea de que la ciencia no sirve porque no ha resuelto la desigualdad ni la crisis ambiental--, pero será otro día.