Usted ha oído
hablar de los niños índigo, esos seres de luz cuántica hiperluminiscente y
monocromática que vienen a rompernos los paradigmas. Ahora los científicos John
April y George Fool, del Laboratorio Místico Cuántico de la Universidad de
Arkham, han descubierto una categoría vibracio-espiritual superior a los niños
índigo: los chamacos méndigos.
Los chamacos
méndigos, según April y Fool, son seres de luz muy sensibles y vienen al mundo
con la misión de poner a prueba nuestra paciencia y cordura, pero sólo para hacernos
más tolerantes e instaurar así el reino de paz en el mundo. Aunque los chamacos
méndigos son almas puras y bondadosas, llenas de luz, nunca se comen el
desayuno, siempre se dejan la carne, no hacen la tarea, muerden a sus compañeritos
de escuela y patean a la maestra, profiriendo insultos de operario de combi.
Suelen reprimir sus emociones y no decirle nada bonito a nadie —antes bien todo
lo contrario— porque, en su inmensa sensibilidad y luminiscencia, saben que
pronto tendrán que partir a cumplir su misión cósmica y les duele pensar en lo
tristes que nos pondríamos cuando se vayan si llegáramos a encariñarnos con
ellos. Eso puede hacer que parezcan antipáticos, maleducados e insoportables,
pero hay que tenerles paciencia porque son seres de luz. April y Fool,
descubridores del fenómeno, recomiendan a los padres de chamacos méndigos usar
sus habilidades intuitivas para sintonizarse con la energía de estos niños y
crear ondas cuánticas supercoherentes en estados enredados de Einstein-Podolsky
y Rosen de pura bondad infinita, consejo súper práctico que no dudo que
aprovecharán muchos de mis lectores.
Lo que sigue es
una grabación auténtica, registrada con micrófonos ocultos en la casa de una
familia con un chamaco méndigo. Esta grabación puede servirles a los padres
como muestra de lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer con estos seres
llenos de luz y sabiduría:
Padre: Querida,
el niño acaba de provocar un corto circuito que fundió los fusibles de todo el
edificio. Metió los dedos en el enchufe.
Madre: ¿Otra
vez? ¡Ay, que muchachito tan picarón!
Padre: ¿No crees
que sería hora de decirle algo, no sé, un regañito muy chiquito, por ejemplo?
Madre: No seas
bruto, Ramiro. Es un ser de luz. Es natural que quiera meter los dedos en la
toma de corriente, y si les causa pequeños incovenientes a los vecinos, todo es
por el reino de paz que se avecina.
Padre: Querida,
el niño acaba de matar al perro.
Madre: ¡Qué
inmensa bondad! Seguro que, con su clarividencia, vio que al perro el destino le deparaba mucho dolor y decidió ahorrarle el sufrimiento a la pobre
bestezuela.
Padre: No se lo
ahorró: se lo adelantó.
Madre: Pero, a
ver, ¿está sufriendo el perro?
Padre: Ya no.
Madre: ¿Ves?
Padre: Querida,
el niño acaba de saltar por la ventana. ¿Llamo a la ambulancia?
Madre: No. Sin
duda ya había llegado su hora de partir en misión cósmica de pacificación.
Padre: No, pos
ahora sí va a haber paz…por lo menos en esta casa.
Madre: ¿Qué
dijiste, Ramiro?
Padre: Nada,
querida.
April y Fool han
observado que, con la llegada de los niños índigo, y sobre todo de los chamacos
méndigos, cada vez hay menos niños maleducados. Esto puede deberse a la misión
de paz y de luz de estos enviados de los dioses… o simplemente, como dicen
algunos descreídos malditos, a que los padres somos capaces de inventarnos
cualquier justificación, por tonta que sea, con tal de no reconocer que
nuestros hijos son un asco.