Hay una definición contemporánea de
música que permite relacionar este arte con la ciencia de la manera más
directa: música es sonido organizado.
Nada más.
Me gusta esta
definición porque no le exige a la música ser agradable al oído (¿para quién?),
ni expresar sentimientos ni imitar a la naturaleza. Mucho más general y menos
subjetiva que el limitado concepto habitual de música, esta definición permite
que las obras musicales sean simplemente estructuras, sin más obligación que
relacionar sonidos.
La
ciencia, por su parte, es conocimiento
organizado. Una teoría científica selecciona una clase de fenómenos naturales y
establece una relación entre ellos. La teoría del movimiento planetario de
Kepler, por ejemplo, se aplica a los movimientos orbitales producidos por
cualquier fuerza de magnitud proporcional al inverso del cuadrado de la
distancia. Las tres leyes que componen la teoría expresan lo que tienen en
común todos esos movimientos, es decir, el orden que hay detrás de ellos.
Una teoría
científica, como una pieza musical, es una estructura que se erige por
selección y organización. Ambas se pueden considerar como expresiones del gusto
humano por el orden, de los placeres recíprocos de percibir forma y de dar forma.
Una
vez que ha satisfecho el simple gusto de formar –luego de haberse deleitado,
por ejemplo, en la construcción de imitaciones de sus compositores
preferidos—el compositor comprometido se lanza a la exploración. No le basta la
música de otros, y sobre todo, no le basta la música ya asimilada. Quiere saber
qué más es posible en el ámbito de las estructuras sonoras, lo cual lo hermana
con el científico, que también explora fronteras cuando trata de exprimirle
hasta la última predicción a una nueva teoría.
Con
los 48 preludios y fugas de la colección El clave bien temperado, comenzada en 1722, Johann Sebastian Bach ensayó la
escala “de temperamento igual”, un sistema de notas que divide la octava (el
intervalo que media, por ejemplo, entre un do y el do que
le sigue en el teclado de un piano) en 12 intervalos iguales. Bach compuso un
preludio y una fuga por cada una de las 24 tonalidades posibles (el modo mayor
y el modo menor de cada uno de los 12 tonos de la escala), y en esos preludios
y fugas explora también las posibilidades expresivas de la técnica para tocar
instrumentos de teclado.
Un
ejemplo más reciente de investigación musical: los seis cuartetos de cuerdas de
Béla Bartók, en los que el compositor húngaro prueba novedosas técnicas de arco
y de cuerdas punteadas (el “pizzicato a la Bartók”, que consiste en tirar
fuertemente de la cuerda para que al soltarla rebote con un chasquido en el
diapasón del instrumento). Otro más reciente aún: las secuencias para voz
femenina del compositor italiano Luciano Berio, que pone a una cantante a
aullar, gritar, susurrar, reír y hasta toser con el afán de cartografiar las
fronteras de la expresividad de la voz humana. El Clave bien temperado, los cuartetos de Bartók y las secuencias de Berio
son pura investigación.
El compositor Frank
Zappa, quien pasaba con desenfado del rock a la música de vanguardia, decía que
componer es decorar el tiempo. El bonito aforismo resalta el aspecto estético
que no debe faltar en una estructura musical. Y he aquí, de paso, otra
semejanza con la ciencia: las teorías científicas tienen elementos estéticos, e
incluso se las llega a juzgar sobre la base de su “elegancia” y “belleza”.
Las convergencias de
la ciencia con el arte no son casualidad. Todos los cerebros humanos son
producto de la misma historia evolutiva y comparten, en particular, el gusto
por la forma y la organización. Vistas de esta manera, ciencia y música son dos
caras de una mondeda con muchas caras.
1 comentario:
Sergio: pues a mi me da mucho gusto leerte de nuevo, pero es necesario un fraternal reclamo: espacias demasiado tus insertos. Demasiado. A veces lo que dijiste en la radio no llega al blog y con ello SE PIERDE UNA BUENA OPORTUNIDAD DE DIALOGO tomando como partida tu exposicion. Ojala y no dejes de publicar aqui con regularidad.
Tu inserto, como siempre, interesante. Una duda: ¿recuerdas aquel mentado sonido 13? segun como lo planteas, seria una equivalente de investigacion cientifica, ahora en la musica... ¿por que razon era tan INQUIETANTE la musica con esa base de sonido 13? porque si que era inquietante. ¿sera que la music tradicional, es mas acorde a nuestro gusto INNATO o a nuestro gusto APRENDIDO?
Saludos.
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