martes, 11 de septiembre de 2012

Música


Hay una definición contemporánea de música que permite relacionar este arte con la ciencia de la manera más directa: música es sonido organizado. Nada más.
Me gusta esta definición porque no le exige a la música ser agradable al oído (¿para quién?), ni expresar sentimientos ni imitar a la naturaleza. Mucho más general y menos subjetiva que el limitado concepto habitual de música, esta definición permite que las obras musicales sean simplemente estructuras, sin más obligación que relacionar sonidos.
         La ciencia, por su parte, es conocimiento organizado. Una teoría científica selecciona una clase de fenómenos naturales y establece una relación entre ellos. La teoría del movimiento planetario de Kepler, por ejemplo, se aplica a los movimientos orbitales producidos por cualquier fuerza de magnitud proporcional al inverso del cuadrado de la distancia. Las tres leyes que componen la teoría expresan lo que tienen en común todos esos movimientos, es decir, el orden que hay detrás de ellos.
Una teoría científica, como una pieza musical, es una estructura que se erige por selección y organización. Ambas se pueden considerar como expresiones del gusto humano por el orden, de los placeres recíprocos de percibir forma y de dar forma.
Una vez que ha satisfecho el simple gusto de formar –luego de haberse deleitado, por ejemplo, en la construcción de imitaciones de sus compositores preferidos—el compositor comprometido se lanza a la exploración. No le basta la música de otros, y sobre todo, no le basta la música ya asimilada. Quiere saber qué más es posible en el ámbito de las estructuras sonoras, lo cual lo hermana con el científico, que también explora fronteras cuando trata de exprimirle hasta la última predicción a una nueva teoría.
Con los 48 preludios y fugas de la colección El clave bien temperado, comenzada en 1722, Johann Sebastian Bach ensayó la escala “de temperamento igual”, un sistema de notas que divide la octava (el intervalo que media, por ejemplo, entre un do y el do que le sigue en el teclado de un piano) en 12 intervalos iguales. Bach compuso un preludio y una fuga por cada una de las 24 tonalidades posibles (el modo mayor y el modo menor de cada uno de los 12 tonos de la escala), y en esos preludios y fugas explora también las posibilidades expresivas de la técnica para tocar instrumentos de teclado.
Un ejemplo más reciente de investigación musical: los seis cuartetos de cuerdas de Béla Bartók, en los que el compositor húngaro prueba novedosas técnicas de arco y de cuerdas punteadas (el “pizzicato a la Bartók”, que consiste en tirar fuertemente de la cuerda para que al soltarla rebote con un chasquido en el diapasón del instrumento). Otro más reciente aún: las secuencias para voz femenina del compositor italiano Luciano Berio, que pone a una cantante a aullar, gritar, susurrar, reír y hasta toser con el afán de cartografiar las fronteras de la expresividad de la voz humana. El Clave bien temperado, los cuartetos de Bartók y las secuencias de Berio son pura investigación.
         El compositor Frank Zappa, quien pasaba con desenfado del rock a la música de vanguardia, decía que componer es decorar el tiempo. El bonito aforismo resalta el aspecto estético que no debe faltar en una estructura musical. Y he aquí, de paso, otra semejanza con la ciencia: las teorías científicas tienen elementos estéticos, e incluso se las llega a juzgar sobre la base de su “elegancia” y “belleza”.
         Las convergencias de la ciencia con el arte no son casualidad. Todos los cerebros humanos son producto de la misma historia evolutiva y comparten, en particular, el gusto por la forma y la organización. Vistas de esta manera, ciencia y música son dos caras de una mondeda con muchas caras.

1 comentario:

Luis Martin Baltazar Ochoa dijo...

Sergio: pues a mi me da mucho gusto leerte de nuevo, pero es necesario un fraternal reclamo: espacias demasiado tus insertos. Demasiado. A veces lo que dijiste en la radio no llega al blog y con ello SE PIERDE UNA BUENA OPORTUNIDAD DE DIALOGO tomando como partida tu exposicion. Ojala y no dejes de publicar aqui con regularidad.

Tu inserto, como siempre, interesante. Una duda: ¿recuerdas aquel mentado sonido 13? segun como lo planteas, seria una equivalente de investigacion cientifica, ahora en la musica... ¿por que razon era tan INQUIETANTE la musica con esa base de sonido 13? porque si que era inquietante. ¿sera que la music tradicional, es mas acorde a nuestro gusto INNATO o a nuestro gusto APRENDIDO?
Saludos.