viernes, 5 de noviembre de 2010

Ingeniería al revés aplicada a la mente

Para entender cómo funciona el organismo es muy útil suponer que sus características son productos de la evolución; que son adaptaciones a un modo de vida ancestral. Para entender cómo funciona la mente podemos hacer lo mismo. La psicología evolucionista busca explicar la percepción humana, la memoria, las emociones, el lenguaje y hasta el arte y la cultura como adaptaciones que les fueron útiles a nuestros antepasados remotos para sobrevivir en sus entornos, o por lo menos como productos secundarios de esas adaptaciones.

La psicología evolucionista es una especie de ingeniería, pero al revés. Los ingenieros identifican problemas y luego construyen artefactos que los resuelven. Un ingeniero inverso podría tomar un artefacto y estudiarlo para inferir el problema que resuelve. Para aplicarle la ingeniería inversa al cerebro conviene recordar en qué contexto ha evolucionado durante la mayor parte de su historia: durante cientos de miles de años nuestros antepasados formaron grupos pequeños que vagaban en busca de comida y de entornos apacibles donde instalarse para dormir, se defendían de otros grupos (el principal adversario de un organismo son los organismos de su propia especie) y se reproducían. Los organismos que mejor resolvieron esos problemas, naturalmente dejaron en promedio más descendencia, a la cual le heredaron sus aptitudes. Así, a lo largo de miles de generaciones, esas aptitudes se fueron afinando. Hoy que vivimos en poblaciones miles de veces más seguras que el entorno prehistórico (hasta Ciudad Juárez es un edén junto a los peligros de la planicie glacial), con tiendas para comprar los alimentos y refrigeradores para almacenarlos en buen estado, con médicos y hospitales; hoy, decía yo, nuestros cerebros, junto con el resto de nuestros organismos, siguen funcionando como si para comer primero hubiera que cazar un mamut.

Hay explicaciones psicológico-evolucionistas de muchos aspectos intrigantes de nuestra naturaleza. Aquí ya hemos discutido el funcionamiento del mecanismo psicológico para detectar injusticias (sobre todo las que se cometen contra uno), y vimos que compartimos ese mecanismo con otros primates (ver en estas páginas "Toma tu asqueroso pepino"). Otras investigaciones muestran cómo opera el mecanismo para evitar el incesto: al parecer, en muchas culturas humanas las personas que se crían juntas desde muy pequeñas --estén emparentadas o no-- desarrollan aversión a copular entre ellas. Esta aversión hasta tiene nombre: se llama efecto Westermarck en honor al antropólogo finlandés Edvard Westermarck, quien lo describió en un libro publicado en 1891. Desde entonces se ha observado el efecto Westermarck en muchas polbaciones humanas, en particular en los kibbutz de Israel: los niños en los kibbutz crecen más o menos revueltos, en comunidad. Pues bien, se ha observado que las personas criadas en kibbutz casi nunca se casan con miembros de su propia comunidad; y nunca jamás con miembros de su propia comunidad con los que hayan pasado los seis primeros años de su vida. Y por cierto, el efecto Westermarck contradice la opinión de Freud, quien afirmaba que los hermanos se atraen y que los niños varones desean a sus madres.

La psicología evolucionista (sus principales exponentes son el antropólogo John Tooby, la psicóloga Leda Cosmides y el el psicólogo experimental Steven Pinker) puede explicar también por qué tendemos a comer en exceso: en el entorno primigenio comer era un lujo que sólo se presentaba después de mucho tiempo y con mucho esfuerzo. Uno nunca sabía cuándo iba a comer otra vez, de modo que cuando los hombres regresaban con carne de mamut o cuando las mujeres encontraban un vergel, había que atiborrarse hasta el hartazgo y más allá, por si acaso. Hoy la alimentación es menos incierta (lamentablemente no para todos), pero eso no lo saben nuestros organismos porque ha transcurrido muy poco tiempo como para que la llegada a nuestro entorno de tienditas y refrigeradores haya producido adaptaciones nuevas en nuestra especie.

Estas explicaciones suenan convincentes y a mí me gustan, pero sufren de un defecto grave en una explicación que se pretenda científica: por lo general, son muy difíciles de probar por medio de experimentos. El efecto Westermarck existe, pero ¿es una adaptación para evitar la endogamia? ¿Cómo podríamos demostrarlo sin dejar lugar a la duda?




7 comentarios:

Luis Martin Baltazar Ochoa dijo...

Estimado Sergio:
Entonces la psicologia evolucionista ofrece hipotesis muy prometedoras, no explicaciones. Pero como hipotesis, creo que son utiles.
Por otro lado, ¿que opinas? yo creo que la evolucion en el ser humano HA CESADO. Si aceptamos que la presion evolutiva hace que los individuos sobrevivan o no, o se reproduzcan o no, pues nosotros y nuestra aspiracion a la igualdad en todo, ha neutralizado estas presiones.
De hecho, creo que por eso ha aumentado nuestras enfermedades hereditarias. Los indivduos enfermos ancestros, nunca hubieran sobrevivido para reproducirse, pero hoy si.
Ultima, a ver que opinas de ello: ¿podriamos hablar de evolucion social/cultural? fijate que esa repulsion al incesto, como mecanismo mental de adaptacion, pudiera tener un ejemplo pero cultural: en Israel, se dio la practica de la circuncision y hoy sabemos que uno de lso factores de cancer uterino en la mujer, es la falta de higiene en el prepucio de su pareja. No se si tengo algo de razon, pero creo que esta prohibicion religiosa/cultural los beneficio en su menor incidencia de infecciones de utero en las mujeres. Otra mas es su prescripcion de lavado ritual de manos antes de comer. No por higiene, por cuestiones de pureza o impureza.
¿cabria hablar de evolucion cultural?

Saludos.

Gerardo Gálvez-Correa dijo...

Nop...

La causa del CaCu es la infección por alguna de las cepas oncógenas del virus del papiloma humano, que se trasmite de PERSONA A PERSONA (mujer a hombre, hombre a mujer, hombre a hombre y mujer a mujer) durante las variantes de la actividad sexual.

La circuncisión, como la infibulación, la castración y otras formas de mutilación genital a la que tan afectos son los pueblos del Oriente Medio, la Península Arábiga y el Cuerno de África, no es más que un resabio de la Edad de Piedra. Tiene más o menos el mismo valor higiénico que la prohibición ritual de comer carne de cerdo para prevenir la cisticercosis (absolutamente inútil, en comparación con el lavado de manos)

Luis Martin Baltazar Ochoa dijo...

Bueno, lo dije porque escuche en un programa de radio en una entrevista con medico oncologo: que una de las condicionantes (no causas) para ese cancer era que la pareja masculina, en el contacto en el coito, tuviera mala higiene en el prepucio (obvio, no circuncidado).
Pero bueno, gracias por la informacion. Saludos.

Anónimo dijo...

Estaba buscando otra cosa en yahoo y di con tu web.Por cierto muy buenos articulos
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Luis Martin Baltazar Ochoa dijo...

Estimado Sergio, que malvado, el viernes pasado esperando tu articulo y ¡chin! me late que te fuiste de puente. Tienes falta (jeje).

Sergio de Régules dijo...

¡Andaba en Colombia! Pero ya volví: no me secuestraron las FARC. Scholarship: bienvenido y gracias por tus amables palabras...

Luis Martin Baltazar Ochoa dijo...

Perfecto Sergio, bienvenido por acá... ya vi que hoy viernes publicaste tempranito tu inserto. ¡incluso antes de tu colaboracion en Imagen Informativa! ¡eso es cumplir y no cuentos!
saludos.