De cuando tenía una columna en un periódico por allá por 2004:
Les propongo un
negocio. Como físico y divulgador de la ciencia de la UNAM estoy enterado de
los últimos adelantos de la ciencia, claro. En ciertos círculos se investiga
acerca de la posibilidad de viajar en el tiempo. Es más, yo acabo de dar una
conferencia de divulgación sobre ese tema en la Feria Internacional del Libro
del Palacio de Minería, y sé de qué estoy hablando. Viajar en el tiempo será
posible algún día, quizá dentro de 100 años, quizá dentro de 500. No se van a
quedar ustedes sin disfrutar de ese adelanto de la ciencia por el detalle nimio
de haber nacido siglos antes de que se invente, ¿verdad?
Pues les propongo que
me manden 100 pesos con los cuales yo abriré un fondo destinado a trasladarlos
a ustedes al futuro en cuanto se descubra la manera de viajar en el tiempo.
Piénsenlo: con los intereses que generará esta suma en el lapso de 500 años
ustedes serían multimillonarios al llegar al futuro. ¿Cómo lo sé? Fácil: lo leí
en una página web. De hecho, es una página web que propone el mismo negocio que
yo. Como servicio a los clientes en potencia los promotores de este primer
fondo para los viajes en el tiempo incluyen en su página un programa que
permite calcular la suma que tendrían ustedes en el banco al cabo de 500 años si
hoy depositaran 100 pesos. El resultado rondaba los 40 mil millones de dólares.
Si a estas alturas del artículo les
sigue pareciendo buen negocio lo que les propongo, dejen de leer y mándenme los
100 pesos. Si en cambio el tema les despierta el recelo, sigan leyendo.
Aunque no lo crean, la página web de la
que les hablo existe. Se llama The timetravel fund (nota 2019: es 2019 ¡y la página aún existe!) y viene aderezada con vínculos a páginas web muy serias. Ahora
imagínense que cae un incauto. ¿Qué se supone que puede pasar? La primera posibilidad que se menciona
en la página es que en el preciso instante en que uno deposita el dinero en el
fondo, llegan los futureanos y se lo llevan ¡puf! Pero se advierte que los habitantes del futuro también
podrían decidir los habitantes del futuro llevárselos hasta unos momentos antes de
su muerte (la cual estos individuos tendrían registrada, claro). De modo que no
se extrañen si al depositar no se ven transportados inmediatamente al futuro.
Pero, ¿se puede viajar en el tiempo?
Con la física que entendemos hoy nos podemos imaginar una manera relativamente
sencilla de trasladarse al futuro. La teoría especial de la relatividad de
Einstein dice, entre muchas otras cosas, que el tiempo no transcurre al mismo
paso para dos personas (u objetos, el que sean personas no interviene para nada
en la explicación) que se mueven una respecto a la otra. De modo que cuando
Pepe sale a dar una vuelta y su gemelo Paco se queda en casa, Pepe ha medido al
regresar, digamos, una hora, pero Paco mide, por ejemplo, una hora y media.
Para que el efecto relativista de dilatación del tiempo se
note, Pepe tendría que alcanzar velocidades altísimas, comparables con la
velocidad de la luz. Pero si Pepe puede llegar a esas velocidades –y si las mantiene por
espacio de varios años—podría aprovechar la dilatación relativista del tiempo
para dejar pasar, por ejemplo, 30 años en la Tierra en lo que para él fueron
10, un viaje al futuro.
Viajar al pasado tiene otras complicaciones. Para empezar, el poder
retroceder en el tiempo nos permitiría hacer cosas horribles como matar a
nuestros padres antes de que nos conciban (aunque bastaría con amarrarlos el
día de su boda, digo yo), multiplicarnos sin clonación (bastaría trasladarse
muchas veces a la misma época) e incluso ser nuestros propios padres (ver mi
libro Las orejas de Saturno, editorial Penguin Random House, 2019). En cuanto a las dificultades técnicas, al parecer todas
las “máquinas del tiempo” que se les han ocurrido a los físicos hasta hoy
requieren grandísimas cantidades de un tipo de materia que produce repulsión
gravitacional en vez de la tradicional atracción. Ni que decir tiene que no
tenemos la menor idea de cómo producir ese tipo de materia en grandes
cantidades (se ha producido en cantidades diminutas y por intervalos brevísimos
en el laboratorio).
Supongamos que un día se resuelven
estas dificultades y que llegamos al futuro previo pago de los 100 pesos. Me
imagino esta escena:
Están ustedes felices, llenándose los ojos de las
maravillas que sin duda habrá en ese tiempo. Por precaución van al banco y sin
demora retiran los 40 mil millones de dólares. Luego, caminando por la calle
(¿todavía hay calles? ¿todavía camina la gente?), deciden entrar a comprar unos
cigarros.
—Me da unos cigarros, por favor.
—Sí, como no, joven –les dice con una
sonrisa el dependiente. Luego añade—: Son 20 mil millones de dólares, por
favor.
-->
1 comentario:
¡Qué buen viaje al pasado! ¿Qué le dirías al Sergio de 2004 sobre lo que estás viviendo en 2019?
Sobre viajes en el tiempo, me quedo con la película de Avengers Endgame, que es la adaptación de viaje en el tiempo en el cine que más me ha gustado: si viajas al pasado y algo cambia por tu presencia, se genera una nueva linea de tiempo en un universo paralelo. Y bueno, increíble que la pagina de internet que mencionaste siga activa, eso sí es algo que en 2004 no me lo hubiera imaginado.
Saludos, Sergio.
Publicar un comentario