viernes, 21 de junio de 2013

Sol sticial

Hoy es el solsticio de verano en el hemisferio norte. Hoy es el día en que el sol... ¿en que el sol qué?

Hay bastante confusión en las noticias que se refieren a este fenómeno astronómico. Para disiparla les propongo que adoptemos la perspectiva del astrónomo antiguo, cuyo único instrumento de medición era el horizonte, en especial los puntos descollantes de su horizonte local ("hoy el sol salió por el montecito de allá").

Hace muchos años vivía yo en la parte occidental de la Ciudad de México. La ventana de mi reducido estudio daba exactamente al poniente y sólo se veía campo y montañas. Durante dos años cumplí periódicamente el ritual de situarme en una posición fija frente al clóset, taparme un ojo, observar por dónde se metía el sol y poner una marca con fecha en el alféizar de la ventana. Así reuní una colección de datos astronómicos muy interesante. Descubrí que el sol se pone por lugares muy apartados en invierno y en verano. Hay un día en que alcanza su posición más tendida al sur y otro, claro, en que llega a su posición más extrema hacia el norte. Entre estas dos posiciones habrá, por supuesto, dos días en que el sol se ocultará exactamente en el punto medio. Siguiendo una tradición ya muy antigua, llamé solsticios a los días en que el sol llegaba a sus puntos extremos norte y sur y equinoccios a los días en que se ocultaba por el punto medio.

El solsticio de invierno era un punto situado en el extremo izquierdo de mi ventana, los equinoccios quedaban como a 3/4 de la distancia entre este extremo y el lado derecho, y el solsticio de verano se salía con mucho del marco de la ventana.

Así pues, el solsticio de verano (en el hemisferio norte) es el día en que el sol sale y se oculta más al norte. Hoy, con instrumentos astronómicos y cálculos modernos, podemos calcular el instante preciso en que el sol alcanza su máxima posición norte. Por eso se dice que el solsticio fue a tal hora (y es un error decir "el solsticio empezó a tal hora"). Pero volvamos a la perspectiva del astrónomo maya, babilonio o sumerio. ¿Qué se ve que hace el sol en un solsticio de verano?

Hoy en todos los lugares situados a lo largo del trópico de Cáncer el sol al mediodía pasará por el cenit, el punto más alto del cielo, y por lo tanto también dará la máxima iluminación. Pero eso sólo es en el trópico de Cáncer. Al norte del trópico el sol siempre está inclinado hacia el sur (mucho o poquito, según la latitud). En esos lugares el sol de mediodía pasa hoy por su máxima altura anual y por eso en Europa y Estados Unidos (y otros lugares boreales) el 21 de junio se considera el máximo día de verano, cuando el sol es más intenso y está más tiempo por encima del horizonte.

Pero al sur del trópico -como en la Ciudad de México y una buena parte de este país- el sol del solsticio está inclinado hacia el norte. No es el día de máxima intensidad solar (aunque sí el día más largo). Eso ocurre los días que el sol de mediodía pasa por el cenit. En la Ciudad de México (y en general a los 20 grados de latitud norte) eso ocurre alrededor del 15 de mayo (cuando el sol pasa por el cenit de camino al norte) y el 30 de julio (cuando vuelve a pasar por el cenit de regreso al sur).

En México se solía enseñar varios despropósitos astronómicos debidos a que se adoptaba un punto de vista adecuado a Europa y Estados Unidos sin darse cuenta de que en otras latitudes la cosa funciona de otra manera. Así el mito de las cuatro estaciones, con flores y verdor renovado en primavera, calor en verano, hojas secas en otoño y nieve en invierno. Pero estas cuatro estaciones clásicas de los países de latitudes altas se mezclan y confunden conforme uno se acerca al ecuador. En la Ciudad de México las hojas se secan en noviembre, hace frío en diciembre y enero, los árboles reverdecen en febrero, hace calor en abril y mayo y llueve el resto del tiempo (más o menos; las cosas se han alterado mucho con el cambio climático). En Colombia, mucho más cerca del ecuador, dicen que "hace invierno" cuando llueve, lo que puede ocurrir en cualquier época del año. (Y al contrario, lejos del ecuador, como en Finlandia, donde vive mi amigo Francisco, hace calor tan pocos días, que yo solía decirle de broma a Francisco que en Fnilandia decían "este año el verano cayó en jueves".) Así también la idea de que el solsticio es el día de máxima insolación y calor.

El año pasado estuve en el Centro Explora de Medellín, Colombia, para un festival de teatro de ciencia y una de las obras que presentaron los chicos del centro (que tienen una compañía de teatro muy buena) se trataba de las estaciones en distintos lugares del planeta. Al principio algunos nos preguntamos si no sería aburrido para los espectadores que les repitieran en el escenario lo que se aprende en un salón de clases, pero luego nos dimos cuenta de que en Colombia las cuatro estaciones, ya poco marcadas a la latitud de México, simplemente son una leyenda de tierras lejanas. La obra funcionaba perfectamente bien en el contexto de un país ecuatorial, que, para confundir más las cosas, tienen tales desniveles orográficos que el clima en Bogotá (2,645 metros de altitud, unos 300 más que la Ciudad de México) no tiene nada que ver con el clima en Tumaco, a nivel del mar (en este momento en Bogotá hace 19 grados, mientras en Tumaco están a 27 grados).

Otra observación interesante: en las culturas antiguas de Europa había festividades en el solsticio de verano (día de máximo sol en esas latitudes) mientras que en las culturas antiguas de estas latitudes más tropicales lo que se celebraba era el paso cenital del sol (día de máximo sol en estas latitudes).  El solsticio de invierno, en cambio, sí es el día de menos sol en todas partes.

He aquí una explicación más gráfica de las cosas. La escribí hace 12 años para la página Red Escolar. Al verla hoy me dio un poco de repelús el tonito condescendiente que le puse. Me disculpo. Uno aprende. Hoy no le hablaría así ni al niño más demostradamente tonto.




viernes, 14 de junio de 2013

Mensajes secretos

Hace dos días llegó mi hija Ana a la casa muy emocionada y me preguntó si mi tocadiscos podía tocar al revés. Ana es fan de Pink Floyd desde hace tiempo. Un amigo suyo le dijo que en una de las pistas de The Wall había un mensaje secreto grabado al revés. Yo me imaginé que sería una de esas tonterías que se decían desde los años 80 de ciertos discos de rock: que si uno los hacía sonar en reversa se oían mensajes satánicos, pero no dije nada. Bajamos al tocadiscos, desempolvamos el acetato, buscamos un poco y, en efecto, encontramos un mensaje secreto en la pista "Empty Spaces" que está en el lado 2 del álbum.  ¡Treinta y dos años hace que tengo ese disco y tiene que venir una mocosa de 14 años a revelarme sus secretos! Es lo bueno de tener hijos.

Le conté a Ana acerca de la leyenda urbana de los mensajes satánicos en los discos, leyenda que cundió cuando yo era niño. Los que la propagaban al parecer creían que, tras escuchar uno de estos discos, uno no podía resistir poner los ojos desorbitados y echar a caminar todo tieso y con los brazos extendidos a registrarse en las oficinas de la secta satánica más cercana a su domicilio. Decían que eran "mensajes subliminales". Parece que esta idea provenía de grupos religiosos de Estados Unidos, lo que no me extraña nada, y ahora sé que estos grupos trataron de demandar a varios músicos de rock, pero las demandas no prosperaron por falta de pruebas de que un mensaje invertido, por satánico que fuera, tuviera la menor probabilidad de afectar el comportamiento de la gente.

Pese a todo, me acuerdo que a mí me encantaba poner discos al revés, y hasta desarrollé una fina técnica para hacerlos girar con el dedo muy homogéneamente. Haciendo estos experimentos en esa época descubrí dos cosas: 1) que, tocado al revés, todo suena diabólico, y 2) que francamente había que forzar mucho la imaginación para oír palabras en esa cacofonía (a diferencia del mensaje de Pink Floyd, que, al hacer sonar el disco al revés, suena al derecho y con toda claridad). En fin, que oír mensajes en una voz en reversa está relacionado con ver figuras en las nubes y caras en las manchas de humedad: es un intento desesperado del cerebro por encontrarle significado a la información sensorial, incluso a la que no lo tiene (este fenómeno es bien conocido y en el caso de imágenes que se ven donde no las hay se llama paraeidolia).

El mensaje secreto de Pink Floyd me recordó también el temor añejo a los mensajes subliminales en las películas y en la tele, igualmente de moda en mi adolescencia. Parece que el temor provenía de un acontecimiento que ocurrió mucho antes, en 1957. Ese año un mercadólogo llamado James Vicary convocó una rueda de prensa para revelar que durante varias semanas se las había arreglado para poner anuncios publicitarios de tres milisegundos de duración que decían "coma palomitas" o "tome Coca Cola" insertados a intervalos de cinco segundos en la película que se proyectaba en un cine de Fort Lee, Nueva Jersey. Mientras la gente veía la película sin sospechar, estas imágenes se estaban insinuando subrepticiamente hasta lo más profundo de su psique y afectando su comportamiento (o eso se supuso). Según Vicary, las ventas de palomitas aumentaron 18 % y las de Coca Cola 58 %.

La reacción fue furibunda. El público ya se sospechaba que los publicistas y el gobierno lo podían controlar. Esto era la confirmación de que les estaban lavando el cerebro y manipulándolos como marionetas. La CIA rápidamente hizo un informe sobre el potencial estratégico de los mensajes subliminales. Se publicaron libros de denuncia y la publicidad subliminal se prohibió en Estados Unidos y el Reino Unido.

Pero cuando otros investigadores trataron de replicar los resultados de Vicary no obtuvieron nada: los mensajes subliminales no afectaban para nada el comportamiento de las personas. Para colmo, a los pocos años James Vicary confesó que todo había sido un engaño... pero nadie le hizo caso. Había nacido la leyenda urbana de los mensajes subliminales.

Ni la prohibición ni la falta de resultados han impedido que ocasionalmente se intente manipular el comportamiento del público con este tipo de mensajes. En el año 2000 la campaña de George Bush transmitió un anuncio en el que, mientras se hablaba de Al Gore y los demócratas, aparecía brevísimamente la palabra "ratas". Las autoridades obligaron a Bush y compañía a retirar el anuncio y el candidato dijo que había sido "un descuido" (sí, claro).

Otra forma de mensaje subliminal (palabra que, por cierto, significa "por debajo del umbral de la conciencia") era el mensaje verbal (al derecho) disimulado a bajísimo volumen en una pista musical. Sobre este principio se construyó toda una industria de CDs y cassettes de autoayuda y relajación. Se suponía que uno escuchaba la música mientras el mensaje subliminal se abría paso hasta el subconsciente y afectaba el comportamiento positivamente. Pero en 1991 Anthony Greenwald, de la Universidad de Washington, hizo un estudio con 237 participantes a los cuales puso a escuchar un cassette de música clásica con mensajes inaudibles para mejorar la memoria y la autoestima. Los participantes estaban divididos en dos grupos: unos pensaban que estaban escuchando solamente música (falso), los otros pensaban que bajo la música había mensajes (cierto). Al cabo de cinco semanas los investigadores hicieron pruebas para ver el efecto de los mensajes y no encontraron nada medible. Sin embargo los participantes que esperaban que el cassette tuviera efectos reportaron mejoras en su memoria y autoestima. Conclusión: el efecto era pura sugestión.

Durante 10 o 15 años la investigación en mensajes subliminales perdió adeptos, pero recientemente en Holanda y Estados Unidos se han estado realizando nuevos experimentos consistentes sobre todo en poner imágenes subliminales en pruebas de atención. En un experimento un grupo de participantes vio sin saberlo mensajes que decían "sed" y "agua mineral" y otro grupo no vio nada. Al final los que vieron los mensajes fueron más propensos a pedir de beber, pero no más propensos a preferir agua mineral, lo que sugiere que el mensaje subliminal sólo puede afectar la intención de beber, mas no la preferencia de bebida. El experimento se repitió exitosamente en Estados Unidos. En otro experimento se trató de probar si se podía influir en la marca de bebida que uno pide. Las conclusiones son que: 1) el mensaje sólo puede impulsar a beber a quien ya tiene sed, 2) no te puede hacer cambiar de opinión si tienes una marca preferida de bebida y 3) en todo caso, sólo tiene un (débil) efecto en hacerte cambiar de marca si conoces la marca que se te propone subliminalmente.

En cuanto al mensaje de Pink Floyd, no hay nada que temer. En primer lugar el cerebro no tiene manera de descifrar -ni consciente ni subconscientemente- los mensajes invertidos, y en segundo, el mensaje no pretende manipular a nadie, mucho menos inducirlo al satanismo, y ni siquiera a preferir a Pink Floyd sobre el resto de la música del universo porque simplemente dice "congratulations, you have just discovered the secret message".