Este año las investigaciones insólitas también estuvieron a la orden del día. El premio Ig Nobel de la paz les tocó en suerte a Richard Stephens y su equipo, de la Universidad de Keele, Reino Unido, por demostrar que proferir palabrotas sirve para aliviar el dolor y el malestar. Stephens y sus colaboradores pusieron a unos voluntarios a meter las manos en agua muy fría. En una etapa del experimento se pidió a los participantes repetir su maldición preferida tantas veces como quisieran; en otra sólo se les permitieron expresiones socialmente aceptables. En un artículo publicado en la revista NeuroReport en julio de 2009, Stephens y compañía informan que los participantes soportaron mejor la tortura profiriendo palabrotas (aguantaron 40 segundos más, en promedio, y reportaron menos dolor que cuando sólo usaron palabras que no horrorizarían a su abuelita). El equipo de investigadores (y sus antecesores, en estudios previos) piensa que este efecto fisiológico medible de las palabrotas revela algo importante acerca del funcionamiento del cerebro. Piensan que lanzar maldiciones implica los circuitos emocionales del cerebro; en particular, la amígdala, que controla las reacciones de alerta ante el peligro que nos aceleran el ritmo cardiaco y nos preparan para luchar o huir. En cambio el lenguaje normal sólo hace intervenir las regiones del habla del hemisferio izquierdo. Stephens dice: "Proferir improperios es una reacción al dolor tan común, que tiene que haber una buena razón para que ocurra". Y añade: "Yo recomendaría decir palabrotas cuando nos lastimamos". El célebre psicólogo evolucionista Steven Pinker ha analizado el origen de nuestra propensión a maldecir. Al parecer, es parte de la reacción ante el peligro que en otros animales se manifiesta con gruñidos y bufidos y con movimientos violentos. La próxima vez que te dés en el dedo meñique del pie con la pata de una mesa, no te reprimas y suelta sin miramientos esas palabrotas tan coloridas por las que de niño te amenazaron con lavarte la boca con jabón. Te ayudará a soportar el dolor. Lo único malo es que, de mucho usarlos, los improperios pierden tanto expresividad como valor analgésico.
Si las autoridades municipales de tu ciudad no han resuelto los problemas de tráfico, podría interesarles contratar a un nuevo tipo de urbanistas capaces de diseñar vías óptimas para circular: los organismos conocidos como moho mucilaginoso. El moho mucilaginoso es una especie de ameba que crece extendiendo filamentos como telarañas hacia las fuentes de alimento. Atsushi Tero y su equipo, de la Universidad de Hokkaido, Japón, tomaron un mapa de Tokio y ciudades cirunvecinas y colocaron fuentes de alimento para este organismo en los puntos que representaban a las ciudades. Sabiendo que el moho mucilaginoso rehuye la luz, pusieron fuentes de luz para representar el mar y las montañas. Luego dejaron crecer el moho mucilaginoso. El organismo tiró filamentos en muchas direcciones y acabó por colonizar todas las fuentes de alimento. La red de hilos que tendió el organismo se parece mucho a la red ferroviaria de la región de Tokio, e incluso es más eficiente en ciertas maneras. La evolución lleva miles de millones de años perfeccionando el mecanismo optimizador de estos organismos, cuyo único interés es obtener el máximo de nutrientes con el mínimo de gasto. Tero y sus colaboradores pensaron aprovechar esta ventaja de la evolución para pedirle al moho mucilaginoso que diseñe redes óptimas de circulación. Y que nos enseñe a hacerlo: los investigadores usaron las características que observaron en el crecimiento del moho para construir un modelo computacional que quieren usar para optimizar el tráfico. El estudio se publicó en la revista Science en enero de este año. Ayer, Tero y sus colaboradores recibieron el primer reconocimiento a sus esfuerzos: el premio Ig Nobel de planificación del transporte.
Éste es mi homenaje al tráfico de mi cudad, en forma de canción medieval inglesa (compuesta por Francisco Delahay y yo):
7 comentarios:
Ojalá pronto se organice la premiación Ig-Nobel en el campo de la Teología. ¡Hace tanta falta...!
Sergio, como cada año, EXCELENTE saber de esta premiacion Ig Nobel.
Lo que me parece mas notable, es que no obstante el buen humor presente en estas investigaciones, no obstante, son investigaciones con todo el rigor cientifico. No está peleado una cosa con la otra.
... una frase a proposito de decir improperios como analgesico (¿podria hacerse una investigacion para el Ig Nobel al respecto?) "NO IMPORTA CUANTAS LENGUAS SE DOMINEN, CUANDO ALGUIEN SE CORTA LA RASURARSE, SIEMPRE MALDICE EN LA LENGUA MATERNA"... ¡Y sí!
increible que ya haya pasado un año desde la ultima edicion de este prestigioso premio, lastima que ahora no han sido mexicanos los que se lo llevaron, creo que habria que prestarle mas atencion, pues aunque al fin de cuentas las teorias y los resultados pueden parecer de risa, es necesario hacerlos, quien sabe que increibles resultados o aplicaciones pueden salir de estas investigaciones...
Abundando en al opinion, creo que es muy buena y efectiva la intencion del promotor de los Ig Nobel: QUITARLE LO SOLEMNE a las investigaciones. Hacerlas mas accesibles a las personas comunes y corrientes.
Cierto que se admira a los cientificos, pero tambien se les mira extraños y ajenos a la vida normal. Como si no fueran capaces de hablar de nada que no fuera ciencia o como si no pudieran relaiconearse en un plano diferente del laboratorio. Los Ig Nobel los muestran con un ingrediente inesperado: SENTIDO DEL HUMOR. Sin perder, claro, la seriedad de las investigaciones... Pregunta, Sergio: ¿habra alguna investigacion que explique por que cuando se nos cae un pan tostado untado con mantequilla SIEMPRE cae con la cara untada al piso? ¿se han fijado? ¡ese es un gran misterio
Sergio,
tienes mucha imaginación.
Me gustó mucho la idea de combinar el problema del tráfico con música medieval y un video poco convencional. Muy bien. Seguramente debe existir una razón para musicalizar la letra con un sonido medieval. Me recordó a las canciones del laberinto de Sting. A pesar de todos los problemas que un automovilista pueda sufrir en el tráfico capitalino te ves muy relajado, como si disfrutaras manejar. Felicidades.
Nunca he tenido un auto porque nunca lo he necesitado. Me gusta caminar y usar el servicio público, también puede ser muy divertido, sobre todo, porque no hay que estar atento, precisamente al tráfico.
Bueno, el conductor de auto propio tiene una ventaja, puede escuchar la música que el quiere. En el servicio público chilango es un verdadero martirio cualquier tramo con los hits populacheros o con los mp3 de los sordos.
Saludos
Sergio, HOY tuviste tu tema en Imagen radio y te concito A NO HACERNOS TABLAS la entrada de ese tema en este apreciado blog... jeje, con eso de que es fin de semana, hay que vigilarte.
¿superficies de carbono de UN ATOMO DE ESPESOR? la verdad, ya no se que esperar de estos avances. No sabe uno que hay detras de un teclado y una pantalla
Sergio, olvidaste a las mexicanas premiadas este año, Karina Acevedo y Agnes Richa, por perfeccionar un método para recoger moco de ballena. Ésto permite estudiar las enferemedades de los cetáceos. Asqueroso pero lindo ¿no?
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