viernes, 9 de noviembre de 2018

No, nadie ha demostrado que Oumuamua sea una nave extraterrestre

Un pixel. Éso es lo único tenemos de Oumuamua. No hay fotos que demuestren que es alargado como un puro ni aplastado como un hot cake. Las imágenes que hemos visto son representaciones artísticas de lo que se infiere de los cambios de brillo y el desplazamiento de ese mísero pixel. No son fotos, son interpretaciones con un montón de bemoles: dependen de suponer que Oumuamua es del mismo tipo de roca que la mayoría de los asteroides que conocemos (todos del sistema solar). Si fuera de otro material --por ejemplo, un material más reflejante-- entonces sería más pequeño de lo que se ha supuesto, e incluso podría tener una forma muy distinta. Todo eso sería consistente con los cambios de brillo de ese pixel solitario del que estamos infiriendo tantas cosas.

Eso sí: de que viene de otra estrella no hay duda. Su trayectoria es una hipérbola, lo que significa que no está amarrado al sol (para eso su trayectoria tendría que ser una elipse, o en el peor de los casos una parábola). A muchos eso nos recuerda el libro Rendezvous with Rama, de Arthur C. Clarke, en el que un extraño objeto espacial que se detecta cuando aún está demasiado lejos para verlo con claridad resulta ser una nave extraterrestre en forma de cilindro muy alargado. Es divertido pensar que Oumuamua podría ser la materialización de la novela de Clarke, pero no hay que emocionarse demasiado con esta idea.

Esto NO es Oumuamua, es una interpretación de los cambios de brillo de un solo pixel, basada en un montón de suposiciones que pueden ser ciertas o no. No hay fotos de Oumuamua ni las habrá, porque ya va de salida del sistema solar a la velocidad de una exhalación.


En las noticias recientes (de las agencias de noticias más tontas) los titulares braman: "Confirmado: Oumuamua es una nave extraterrestre". Los ovniólogos salivan como perros de Pavlov. El ovniólogo en jefe de México ya afirmó con contundencia que la revista Astrophysical Journal Letters --¡una revista CIENTÍFICA!, añade para darse autoridad-- confirma el asombroso resultado. Se ve que el señor no entiende nada de revistas "CIENTÍFICAS". Veamos. En efecto, acaba de publicarse en el repositorio Arxiv.org un artículo de dos investigadores del Centro Harvard Smithsonian de Astrofísica, artículo que saldrá publicado en Astrophysical Journal Letters. En ese artículo Shmuel Bialy y Abraham Loeb ofrecen una posible explicación de cierta anomalía que se detectó en el movimiento del pixel de Oumuamua: su trayectoria debería estar normada sólo por la fuerza de gravedad del sol, pero se observa una pequeña aceleración extra, un empujoncito que no se debe a la atracción del sol.

¿A qué se puede deber?, se preguntan Bialy y Loeb, como muchos otros investigadores. La explicación evidente en circunstancias normales sería que Oumuamua está expulsando gases sublimados de su superficie por el calor del sol. Es lo que hacen los cometas. Pero como otras observaciones sugieren fuertemente que Oumuamua no es un cometa ni expulsa gases esta explicación se consideraba descartada. La única otra explicación razonable antes de sucumbir a la locura o a la estupidez es que el empujoncito se debe al tenue pero tenaz golpeteo de la luz del sol sobre Oumuamua: la presión de radiación, fenómeno bien conocido y que desde hace mucho se ha propuesto como agente para impulsar naves espaciales provistas de grandes "velas solares". Loeb y Bialy demuestran que la anomalía de Oumuamua es consistente con un empujón debido a la presión de radiación. El resto del artículo lo dedican a este argumento: si Oumuamua es un objeto que puede acelerarse apreciablemente por efecto de la presión de radiación, debe tener una superficie extremadamente grande para su masa. Para eso tendría que ser como una película de material de unos 9 milímetros de grosor... Luego los autores dedican varias secciones a demostrar que un objeto de estas proporciones sí podría resistir sin desbaratarse los rigores de una travesía interestelar durante la cual el objeto va girando (lo que implica tensiones importantes) y se va encontrando con distintas estrellas que además de gravedad ejercen sobre él un jaloneo llamado fuerzas de marea.

El artículo de Bialy y Loeb se titula simplemente "¿Se puede explicar la extraña aceleración de Oumuamua como efecto de la presión de radiación?" Nada más. No dice: "Hemos confirmado que Oumuamua es una nave extraterrestre. Sálvese quien pueda". Se limita a demostrar que sí se puede explicar la extraña aceleración como presión de radiación, y que para eso Oumuamua tendría que ser de una forma todavía más insólita de lo que creíamos. Apenas en los últimos párrafos, después de páginas y páginas de cálculos, se permiten los autores una especulación fantasiosa: que Oumuamua sea, en efecto, una vela solar (una vela solar abandonada o perdida, porque va dando tumbos por el espacio, lo que reduce muchísimo su eficacia como vela solar). O tal vez, se dicen los autores en el penúltimo párrafo, es una nave extraterrestre en perfecto estado, enviada a la Tierra por una civilización de otra estrella. En cuyo caso habría que explicar por qué pasó a toda velocidad y no hizo el menor intento de frenar ni venir a saludarnos.

En resumen, el artículo de Bialy y Loeb, que saldrá próximamente en Astrophysical Journal Letters, no demuestra que Oumuamua sea una nave extraterrestre, como se ha dicho en las noticias. Para empezar, el argumento de la nave extraterrestre es sólo una fantasía que se permiten los autores después de demostrar una cosa mucho más razonable (y aburrida: que la anomalía de Oumuamua es presión de radiación), y para seguir, un artículo científico, por más "CIENTÍFICO" que sea y por más prestigio que tenga la institución de la cual proviene o la revista en la que se publica, es sólo una invitación de la discusión, no es un decreto de verdad absoluta, como al parecer cree el ovniólogo en jefe de este pobre país tan afecto a la ciencia mamarracha y tan refractario a la ciencia de verdad.