Lo que sí sabemos es que el sentido del humor existe y se valora en todas las culturas, lo que sugiere que es una característica de la especie, programada en los genes (digamos para simplificar), y no un rasgo cultural, contingente y pasajero.
Buscando en Google Scholar me encontré un filón muy rico de artículos de investigación sobre el sentido del humor, su origen y sus posibles funciones. Hay un libro buenísimo sobre la risa del neurobiólogo Robert Provine, pero Provine estudia la risa como comportamiento reflejo y analiza sus características físicas y fisiológicas, así como los numerosos contextos sociales en que ocurre. Estudia la duración y frecuencia de los jijijís y jajajás, quién se ríe más, hombres o mujeres (resulta que las mujeres). Para Provine el humor es sólo una de muchas causas de la risa y en consecuencia lo trata de manera pasajera.
Los psicólogos Eric Bressler y Sigal Balshine han publicado varias investigaciones encaminadas a explorar si el sentido del humor nos hace más atractivos. No es para saber si nos conviene ser más chistosos a la hora de ligar (o no sólo para eso), sino para ver si el sentido del humor surgió en nuestra especie por el mecanismo que los biólogos llaman selección sexual.
Así surgió la cola del pavorreal macho. En muchas especies, los machos despliegan sus aptitudes como procreador y las hembras escogen. Si eres macho, te conviene echarles mucha crema a tus tacos (o sea, alardear lo más posible), incluso al grado de mentir; pero si eres hembra, te conviene tener mecanismos para detectar faroles. Así, en un estira y afloja evolutivo de millones de años, surge una señal de aptitud garantizada, que no se puede fingir, como la cola del pavorreal: una cola hermosa sólo se puede tener si además se tiene buena salud y otras características deseables para las hembras en el futuro padre de sus hijos.
En la naturaleza hay muchas garantías de aptitud que no se pueden falsificar como la cola del pavorreal. Bressler y Balshine (y otros) sugieren que el sentido del humor en los humanos (y especialmente en los varones) es una de esas garantías. Dicho de otro modo, a las mujeres les gustan más los hombres que las hacen reír porque esto es una señal inconfundible de aptitud. ¿Y qué tipo de aptitud señala el sentido del humor? Eric Greengross y Geoffrey Miller, de la Universidad de Nuevo México, proponen que el sentido del humor es señal de inteligencia, y mencionan otros estudios en que la inteligencia a su vez está relacionada con características más directamente deseables, como buena salud, longevidad y (¡gulp!) "calidad" del semen.
En 2011 Greengross y Miller publicaron una investigación en la revista Intelligence. Su propósito era mostrar que el sentido del humor y la inteligencia van de la mano y que, así, el sentido del humor es señal indirecta de un montón de aptitudes deseables en el macho (ya Bressler y Balshine habían mostrado que a las mujeres les gustan más los hombres que las hacen reír, pero a los hombres les atraen más las mujeres que se ríen de sus bromas). Para eso, Greengross y Miller toman a 400 estudiantes de su universidad (edad promedio: 20 años, pero intervalo de edades de 18 a 57 años; es una universidad muy acomodaticia en el asunto de la edad de sus alumnos de primer ingreso), y les hacen tres tipos de pruebas:
Prueba de inteligencia, y en concreto, una prueba de razonamiento abstracto ("¿cuál de estas figuras cuadra con esta otra?") y de inteligencia verbal ("¿cuál de estas palabras tiene un significado más parecido a esta otra?").
Prueba de sentido del humor (ojo: de creación de humor, no de habilidad para contar chistes hechos). Les dan tres caricaturas de un concurso de la revista The New Yorker (conocida, entre otras cosas, por sus paneles humorísticos de un sólo cuadro) y les dan 10 minutos para que inventen el mayor número posible de frases chistosas para acompañar cada caricatura. Luego un jurado independiente califica los resultados sin saber de quién son en una escala del 1 al 7. (Los autores señalan que la gran mayoría de las frases no tenían la menor gracia.)
Prueba de éxito reproductivo... o en estos tiempos en que el sexo rara vez conduce a la reproducción, prueba de éxito en el ligue. En la evolución gana quien deja más descendencia. Todo lo que sirva para obtener más parejas sexuales es una ventaja evolutiva. La prueba de éxito reproductivo sirve para saber si los participantes resultan atractivos al sexo opuesto. Para medir esta esquiva característica, Greengross y Miller les dan a sus participantes una lista de preguntas. He aquí algunos ejemplos: edad del primer encuentro sexual (promedio, 16 años tanto en hombres como en mujeres), número de encuentros en el último mes (hombres: 6.01, mujeres: 6.69), número de parejas sexuales en el último año (h: 1.85, m: 1.78), número de encuentros de una sola vez (2.63, 1.83) y número de veces que se acostaron con dos o más personas distintas en un lapso de 24 horas (0.66, 0.24).
Resultados resumidísimos: el humor se relaciona más con la inteligencia verbal que con la capacidad de abstracción en ambos sexos, pero más en los varones. Los participantes más chistosos salieron más proclives al sexo casual y frecuente, y en general, la inteligencia, revelada por medio del humor, conduce en promedio a más encuentros sexuales, sobre todo para los varones. Es decir, el sentido del humor es sexy, cosa que ya sabíamos. Greengross y Miller concluyen que esto demuestra que el humor es una característica de la especie y que surgió por selección sexual, como una señal, imposible de fingir, de inteligencia. Como buenos científicos, al final del artículo los autores enumeran las limitaciones de su estudio; por ejemplo, que no hay medidas bien validadas del sentido del humor, que la situación en que los participantes produjeron frases humorísticas es poco natural (en particular, no fue en situación de ligue) y que sólo evaluaron dos aspectos de la inteligencia. Su conclusión final es una maravilla de concisión y prudencia científicas: "la capacidad humana de producir y apreciar el humor puede ser análoga a las capacidades de otros animales de producir y apreciar otros tipos de comportamientos de cortejo que son prueba confiable de cualidades fenotípicas y genéticas."