miércoles, 24 de diciembre de 2008

Cuento de navidad epistemológico

Marley estaba muerto. De eso no cabía ni la menor duda cartesiana. En vida el viejo Jacob Marley había sido un avaro de siete suelas, pero también había sido un empirista. Seguidor del filósofo escocés David Hume, Marley creía que el conocimiento proviene exclusivamente de la información que nos proporcionan los sentidos.

Así pues, Marley estaba más muerto que un clavo, por eso, el día de navidad del séptimo año después de su muerte, se quedó patidifuso al verse de pronto en su antigua casa londinense con una pesada cadena enrollada en la cintura y un vendaje sujetándole la quijada al cráneo. Pero sus sentidos le indicaban que aquello era verdad, y ningún empirista que se respetara, como Marley, se iba a poner a dudar de la evidencia de sus sentidos.

Ebenezer Scrooge, quien fuera socio de Marley por espacio de no sé cuántos años, era tan avaro como había sido su colega. Pero Scrooge era racionalista. Lo mismo que el filósofo francés René Descartes, Scrooge creía que la razón es la única fuente de conocimiento. Las ideas eran para él más reales que la experiencia sensorial.

Scrooge no etaba muerto, aunque siendo tan avaro y seco como era no podía decirse que estuviera muy vivo, y por eso se quedó perplejo cuando, en el séptimo aniversario de la muerte de su socio, vio la forma corpórea de Marley materializarse ante sus ojos. El fantasma lo miró fijamente. Scrooge le devolvió la mirada, haciéndose mentalmente el propósito de dejar de comer tanto porridge antes de irse a la cama.

-¡Hola! -dijo Scrooge- ¿Qué quieres de mí?

-¡Mucho! -dijo la horrible aparición.

Luego de estas efusiones, el fantasma de Marley y Scrooge sostuvieron el siguiente interesantísimo diálogo entre un empirista y un racionalista (y lo que sigue es cita textual de Dickens):

"-No crees en mí -observó el fantasma.

-No -dijo Scrooge.

-¿Qué prueba quieres de mi realidad si no te basta lo que te dicen los sentidos?

-No sé -dijo Scrooge.

-¿Por qué dudas de tus sentidos?

-Pues porque cualquier cosa los afecta -dijo Scrooge-. El menor trastorno estomacal los vuelve embusteros. Tú podrías ser un trozo de carne sin digerir, un poco de mostaza, una migaja de queso rancio o un fragmento de papa mal cocida. ¡Tienes más de salsa que de sepultura, seas lo que seas!"

Dicho lo cual, Scrooge se tomó un Alka-Seltzer y se fue a dormir tan tranquilo. El fantasma desapareció.

Si Scrooge no hubiera sido tan cartesiano, a las pocas horas se le habría aparecido el bondadoso fantasma de las navidades pasadas, el cual, con voz llena de dulzura, lo hubiera invitado a aferrarse a sus vestiduras y salir volando por la ventana para hacer una visita al pasado. Scrooge habría puesto los pies en el vacío pensándose inmune a la fuerza de gravedad, se hubiera pegado el porrazo de su vida, y en vez de viajar a su propio pasado, hubiera ido a reunirse con Jacob Marley en el más allá.

A la noche siguiente se le volvió a aparecer el fantasma. Scrooge lo ahuyentó propinándole un librazo con el Discurso del método.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja ja ja ja. ¡Que buena historia! Al principio la lei con mucha atencion y me sacó de onda. Pensé en verdad que iba a tener moraleja. (Aunque, bueno, si tiene.)
Lo que si me dejó pensando es que si los escritores fueran todos estudiosos de la fisica, pobres de nosotros, no hubieramos conocido nunca "El Principito" o "Star Wars" o justamente "A Christmas Carol", jajajaja.
Saludos y feliz navidad, desde Mty Nuevo Leon

Sergio de Régules dijo...

No te preocupes, detesto las historias con moraleja.

El ser físico no obliga a rechazar la fantasía. Uno sabe cuándo viene al caso exigir rigor científico y cuándo no. Yo escribí hace mucho una historia de gallinas que se revelan contra un régimen de marmitas. Ya era estudiante de física, e incluso creo que eso me ayudó a imaginarme las situaciones más desquiciadas.

Y recuerda que Lewis Carroll ("A Christmas Carroll?") era matemático, y más que matemático, era especialista en lógica, ni más ni menos.

Anónimo dijo...

¡Wow! Qué razón tienes. De hecho yo no sabía que Lewis Carroll era lógico, matemático y aparte SACERDOTE anglicano! Lo acabo de investigar. Creo que "Alicia en el país de las maravillas" es el libro mas fumado que he leído. Tan fumado que no me gustó.
Por otra parte, me encantaria leer tu historia de las gallinas; me imagino que las marmitas eran unas ollas, ¿no?
Mi pasión y "especialidad" es el arte, me encanta (literatura, pintura -dibujo-, musica, danza). Por eso también me gusta mucho leer lo que escribes porque desconosco el 99% de ello. Gracias por ser tan amable y contestar aun en estas fechas. ¡Qué facilidad tienes para divulgar la ciencia! Felicidades.
Mty. N.L.