martes, 8 de octubre de 2013

Apareció el bosón, pero Higgs está perdido

Si alguna vez hubo un premio Nobel anunciado, inminente y esperado es el Nobel para los padres del famoso bosón de Higgs. Aquí está lo que escribí en este blog el año pasado, cuando en el CERN se anunció que había evidencia suficiente de una partícula que tenía toda la pinta del Higgs.

Así pues, el premio Nobel de física de 2013 es para Peter Higgs, bien conocido físico británico, y el físico belga François Englert, por trabajos publicados ¡en 1964! Englert trabajó en colaboración con Robert Brout, quien murió hace dos años, pero que también hubiera recibido el Nobel. La misma idea la tuvieron independientemente Tom Kibble, Carl Hagen y Gerald Guralnik, pero sus artículos no llegaron a tiempo a la redacción de las revistas (parece que por una huelga de correos), de modo que nada de Nobel para ellos.

Todo esto sugiere una imagen de cómo opera el galardón científico más apetecido del mundo: 1) no se otorga póstumamente, 2) no se otorga a los que llegan en segundo lugar, sea por la razón que sea, incluso una huelga de correos y 3) no se otorga a trabajos exclusivamente teóricos sin comprobación experimental ni aplicación práctica (por eso los 50 años que pasaron entre el trabajo y el Nobel para Higgs y Englert). Esta regla es la que tiene todavía sin nobelizar al físico más famoso del mundo, Stephen Hawking, cuyo trabajo más conocido entre los físicos es la predicción de que los agujeros negros, ayudados por la mecánica cuántica, no son tan negros como se creía; es decir, que emiten un tipo de radiación conocida como "radiación de Hawking" que por ahora sólo existe en papel. He notado que muchas personas se sorprenden al saber que Hawking no es premio Nobel. Hételo ahí: no lo es, y no es porque sea tonto, sino porque sin resultado experimental no hay Nobel.

Lo cual suscita otra pregunta interesante: ¿entonces por qué no el Nobel para el equipo de científicos que encontró el bosón de Higgs? Una razón podría ser que en realidad es difícil precisar exactamente quién está en ese equipo: ¿los que firman los artículos que surgen de la investigación con los detectores ATLAS y CMS?, ¿todos los que participaron en la construcción del Gran Colisionador de Hadrones? Ahí las fronteras son difusas, pero creo que hay una razón más práctica: Higgs y Englert tienen más de 80 años y ya han esperado bastante (de hecho, se esperaba que les tocara el premio el año pasado). Predicción: ¿Nobel de física 2014 para los experimentales? Veremos...

El Nobel para Higgs y Englert es señal de otra cosa interesante: aunque el año pasado el CERN anunció que había aparecido una partícula muy parecida al Higgs, y no que habían descubierto el bosón de Higgs, el premio es señal clarísima de que la comunidad física reconoce que el bosón está en el bolsillo. El que anda desaparecido, al parecer, es Peter Higgs. Ya se sospechaba lo que se le venía encima y no tenía ganas de enfrentar la aclamación mundial que vendría con este premio Nobel tan distinto de los normales por esperado y anunciado. Hace unos días avisó que se iba de viaje y que regresaría el viernes , pero no dijo adónde iba, y como no tiene celular ni computadora... Pese a todo, sí dejó un mensaje: "Espero que este reconocimiento a la ciencia fundamental ayude a fomentar la conciencia del valor de la investigación pura (él dijo "blue-sky science")", es decir, el valor de la investigación que se hace simplemente por saber, sin esperanzas ni posibilidades de aplicaciones prácticas, beneficio comercial ni solución de problemas nacionales.

Pues ojalá...

Mientras tanto, ¿se acabó la física? De ninguna manera. Como han señalado ya varios físicos, ni siquiera es que el bosón de Higgs sea una pieza tan importante del consorcio de teorías del que forma parte, llamado Modelo Estándar (que es la teoría más fundamental para explicar en los términos más sencillos posibles toda la diversidad de cosas que forman el universo). No es el único mecanismo necesario para "explicar la masa", y posiblemente haya otros tipos de bosón de Higgs. Lo que pasa es que es la única pieza que faltaba. Añádase a esto que desde hace años se repite la cantaleta de que el Gran Colisionador de Hadrones se construyó para encontrar el bosón de Higgs (falso: tiene muchos otros objetivos) y el lamentable traspié que en mala hora tuvo el físico Leon Lederman, hace ya muchos años, cuando a un libro sobre el bosón de Higgs se le ocurrió ponerle por título La partícula de Dios, y se entenderá por qué tanta alharaca con el bosón de Higgs. Así pues, encontrar el bosón de Higgs corona el Modelo Estándar, pero el Modelo Estándar ni siquiera es la teoría más completa posible, porque, por ejemplo, le falta el pequeño detallito de que no explica la fuerza de gravedad, que forma planetas, estrellas, sistemas solares y galaxias. Hay varias candidatas a terías más completas; por ejemplo, las famosas supercuerdas, la "supersimetría"... Algún día el Gran Colisionador de Hadrones podría ayudar a los físicos a decidirse por una. Queda mucho que hacer para esta máquina.

Mientras tanto, muchos físicos están más bien un poco desilusionados de que sí haya aparecido el bosón de Higgs y Englert (y Brout... y Kibble, Hagen y Guralnik) --o de que sólo haya aparecido el bosón de Higgs. Lo que más les gusta a muchos físicos son las sorpresas, porque abren nuevos caminos para la investigación.

viernes, 4 de octubre de 2013

Charlatanes inocentes

Lo confieso: fui charlatán. O, si no charlatán, por lo menos sí una persona ignorante y crédula que pensó que era fácil obtener resultados científicos sin conocimientos científicos.

Yo tenía ocho años y vivía con mi familia en un departamento en la Colonia Cuauhtémoc, en la Ciudad de México. Nosotros vivíamos en el departamento 4. En el 7 vivía la familia Copo. Los copo eran muy interesantes: papá Copo era cubano y mamá Copo española, Lolita, la hija mayor, era guapísima; José Antonio, el menor, era de mi edad y podíamos jugar; pero los más interesantes eran los hermanos Julio y Víctor, que tenían 14 y 15 años (aunque yo los veía como adultos). Julio y Víctor eran genios de la mecánica y la electrónica. Arreglaban todo: mi helicóptero de juguete que rompí el mismísimo día de Navidad, los teléfonos antiguos que compró mi papá en Poza Rica para instalarlos en la casa, mi tocadiscos portátil (siempre se le fundía el bulbo 50 C 5), teles, estéreos caseros, radios. En el cuarto de servicio, en lugar de cama, tenían una mesa de trabajo mugrienta y montones de cajones y cajas de herramientas llenos de condensadores, resistencias, cautines, soldadura, cinta de aislar, bulbos, cables, desarmadores, pinzas, lupas y placas de baquelita. A mí me fascinaba verlos cambiar piezas y poner a funcionar un radio otrora mudo. ¿Cómo sabían qué hacía falta?

Un día me prestaron una placa de baquelita y un puñado de resistencias y condensadores. A mí se me había metido en la cabeza que podía construir un radio. Después de todo, sólo se necesitaba un receptor, un amplificador y una bocina. Ése era mi modelo de un aparato de radio. Y no está tan mal. El problema grave era mi método: me puse a conectar elementos al azar con la esperanza de que milagrosamente colaboraran para dar como resultado un radio. ¿No trabajaban así los hermanos Copo? Me afané intensamente toda la tarde. Estaba convencidísimo de que podía funcionar. Así es la falta de información: si no concibes siquiera todos los conocimientos y habilidades que tenían Julio y Víctor, te podía parecer fácil lo que hacían estos dos expertos adolescentes y altas tus probabilidades de duplicar sus hazañas.

Pero no funcionó (¿alguien lo dudaba?) Un niño de ocho años sin conocimientos de electrónica trabajando por su cuenta no puede construir un radio porque un radio no es un conglomerado de piezas electrónicas puestas al ai se va, sino una especie de organismo con partes que tienen funciones específicas y que operan en conjunto para obtener el efecto planeado por diseñadores con muchos años de estudios y herederos de conocimientos que se remontan por lo menos a los orígenes de la ciencia moderna, en los siglos XVII y XVIII. ¡Hay tantas formas de ensamblar elementos electrónicos al azar y tan pocas que den un aparato que funcione!

Por eso entiendo (sin disculpar) a cierto de tipo de charlatanes: no a los que engañan deliberadamente a la gente para ganar dinero, como Jaime Maussán, sino a los que de veras creen que se pueden desarrollar teorías y demostraciones científicas dignas de ese nombre sin estudios científicos, afiliaciones académicas ni consenso de una comunidad de profesionales. Estos charlatanes no son malintencionados, sólo ingenuos. Eso sí: son muy entusiastas, como yo a los ocho años. En la redacción de la revista ¿Cómo ves? de la UNAM, donde trabajo, a cada rato recibimos e-mails de genios incomprendidos que solicitan que publiquemos sus "teorías" porque nadie más ha querido publicarlas. El caso más reciente es el de un individuo que nos envía su teoría de "la velocidad de la luna". No entendí nada, ni siquiera qué se pretende modelar, explicar o revelar, pero se ve que el autor se lo toma muy en serio.

A este tipo de charlatanes ingenuos me parece que pertenece el ingeniero Gabriel Curiel Flores, de reciente y fugaz fama facebookera por andar anunciando terremotos de 8.5 grados para la Ciudad de México. Su caso no me merecería atención si no fuera porque los anuncios del ingeniero cundieron en Facebook, como dije, e incluso entre algunos de mis amigos. Y si no fuera porque alguno de esos amigos me ha reclamado airadamente por mostrarme escéptico y arrogante. Trataré de alegar que no lo rechazo por arrogancia.

Lo dicho: las personas que diseñan radios (o aviones o métodos para pronosticar sismos) se han formado en comunidades académicas que son herederas de conocimientos que se han ido afinando por medio del ensayo y la crítica por lo menos desde hace 400 años. El control de calidad ha sido tremendo. No son personas que inventan ocurrencias encerradas en sus casas. Si rechazo el mensaje de Curiel es porque tiene todas las marcas de la charlatanería ingenua.

Cuando junto información para una entrada en este blog, un artículo o una participación en radio busco ciertas marcas de calidad. La información original debe estar avalada por una universidad, una institución de investigación identificable (digamos, con página web y dirección de correo si no es una institución conocida) o una revista especializada con arbitraje por expertos (pero cuidado, porque de éstas también hay marca patito). El autor debe ser experto en la disciplina de la que pretende hablar y estar afiliado a alguna institución académica seria (y, por añadidura, al departamento de investigación de la disciplina en cuestión; no vale que sea el administrador de la universidad). También es importante que otros expertos reconozcan y citen al autor, aunque esto no es imprescindible para mí. Eso sí: si la investigación aún no ha sido citada, la manipulo con precaución y trato de dejar bien claro que aún no ha superado esa prueba.

La información del ingeniero Curiel no cumple ninguno de esos criterios. Sabemos (porque nos lo dice) que es ingeniero (¿ingeniero en qué?), no geofísico ni sismólogo. Parece que título de ingeniero apantalla ingenuos. Y está bien. Pero un ingeniero sabe ingeniería. ¿Se dejarían operar del cerebro por un contador que dijera tener una novedosa teoría del cerebro? En segundo lugar, las predicciones del ingeniero Curiel están publicadas en su blog personal. No hay cálculos. No hay referencias. Sólo afirmaciones sin sustento. En los artículos académicos sobre sismología y en particular sobre posibles métodos de pronóstico no hay mención de su trabajo ni de su supuesta teoría, que además tiene un nombre que suena ingenuo y simplista: "Teoría de las fuerzas gravitacionales". En algún periódico dicen que el ingeniero es egresado de cierta escuela, pero es una escuela de administración y gerencia, no de geofísica.

En descargo del ingeniero Curiel debo añadir que en la última publicación de su blog, fechada el 29 de agosto, dice que ni el Servicio Sismológico Nacional ni el Instituto de Geofísica de la UNAM aprueban ni avalan sus pronósticos. Incluso informa que los expertos "lo refutaron, explicándome claramente sus puntos de vista y los diversos estudios al respecto". Luego añade que los expertos "me ofrecieron toda la ayuda en cuanto a información estadística y publicaciones científicas..."

Merece crédito Curiel por esta respuesta a los expertos y merecen crédito el Sismológico y el Instituto de Geofísica de la UNAM por dialogar civilizadamente con el ingeniero. Pero no merecen crédito ni el pronóstico ni los métodos del ingeniero Curiel...

...lo cual NO quiere decir que no vaya a temblar. Sólo quiere decir que, como siempre, no sabemos cuándo.