La noticia, como siempre, me llegó por e-mail. Ya dos veces en una semana. "Dos lunas" dice el asunto del mail y la información que contiene es interesantísima: el 27 de agosto Marte se verá como la luna llena, espectáculo nunca visto, “ningún ser viviente lo volverá a ver”, o algo así, "comparta con su familia".
¿Les suena conocido? La misma noticia se difundió el año pasado por estas fechas. Y el año anterior. Y el año anterior. Y el año anterior... así, hasta llegar en reversa a 2003.
Este e-mail recurrente tiene una historia extraña: resulta que Marte y la Tierra sí se acercan periódicamente. Son como dos deportistas que corren a velocidades distintas en una pista circular, uno en un carril interno y otro en uno externo: cuando el del carril interno rebasa al otro, están muy cerca (en el caso de estos planetas, unos 56 millones de kilómetros); cuando se encuentran en lados opuestos de la pista están muy lejos (alrededor de 400 millones de kilómetros; nótese qué amplio es el margen). Los rebases ocurren cada 2 años y 2 meses aproximadamente.
Con todo, Marte no se va a ver como la luna llena ni el 27 de agosto ni nunca. Para verse del tamaño de la luna llena Marte tendría que estar mucho más cerca.
Con ayuda de WolframAlpha (que para estas cosas es una maravilla), calculé a qué distancia tendría que estar Marte para verse del mismo tamaño que la luna llena. Marte tiene un diámetro de 6772 kilómetros, la luna de 3475 km, o sea, 1.95 veces más pequeña. Así pues, Marte tendría que estar 1.95 veces más lejos que la luna para verse del mismo tamaño, es decir, a unos 760,000 kilómetros. Ahora bien, hoy martes el planeta vecino no está tan vecino: se encuentra (dixit WolframAlpha) a cerca de 300 millones de kilómetros: unas 395 veces más lejos. Si la distancia que media entre ambos planetas se redujera a 760,000 kilómetros, el acontecimiento sería en efecto "único", "insólito" y todo lo demás, pero de ninguna manera habría motivo para celebrar reuniendo a la familia. Quizá sí para lamentar, porque se armaría un desbarajuste gravitacional de miedo que sacaría a la Tierra de su cómoda órbita.
La última vez que la Tierra rebasó a Marte en agosto fue en 2003. En esa ocasión, las fuentes astronómicas serias hicieron circular la noticia de que Marte estaría más cerca que en los últimos 60 mil años (por muy poquito, pero un récord es un récord). También informaban que Marte se iba a ver como la luna llena con un telescopio casero. Pero la parte del telescopio se perdió en el espacio cibernético. La información se desvirtuó y empezó a circular la extraña versión que ya conocen.
Desde entonces, cada mes de agosto vuelve como un cometa maldito el mail de marras, que me recomienda que reúna a mis hijos, mis nietos y mis bisnietos porque el 27 de agosto Marte va a dar un espectáculo irrepetible y blablabla…
Curiosamente, este fenómeno de desinformación sólo es posible en la era de la información. Antes del correo electrónico y las páginas web, el mensaje engañoso no hubiera tenido la menor probabilidad de resucitar cada año porque a la primera vuelta se habría disipado en la atmósfera cultural de los tiempos (se habría olvidado, pues). Con internet, el mensaje tiene la posibilidad de esconderse y esperar al acecho, como un virus de la influenza que circula entre las aves hasta que contagia a un cerdo, se mezcla con otros virus y adquiere la capacidad de infectar a las personas. En el caso del virus de la desinformación, el papel de coctelera no lo desempeña un cerdo, sino algún cretino que no se fija en la fecha del mensaje original y con gran entusiasmo y alborozo empieza a propagar el virus a golpe de e-mails dirigidos a toda su lista de correo electrónico como ráfagas de metralla. "¡Dos lunas! ¡Reúne a la familia!".
En su más reciente mutación, el virus de la desinformación marciana viene con un añadido más: ¡resulta que los mayas predijeron lo de las dos lunas! ¡Claro! (Me pregunto qué nos depara el año entrante, y que sigue, y el que sigue...).
Lo digo otra vez: Marte no se va a ver del tamaño de la luna llena ni el 27 de agosto ni nunca. Es más, tan seguro estoy de que tengo razón --tanta confianza tengo en la ciencia-- que estoy dispuesto a hacer la siguiente apuesta: si usted cree que es verdad lo de las dos lunas, déjeme un mensaje en el blog o envíeme un mail, y si el 27 de agosto Marte se ve como la luna llena, yo le doy a usted un millón de pesos (que no tengo, pero no importa). En cambio si no ocurre, usted me da el millón de pesos a mí.
Hay quien cree que los mayas también predijeron que el mundo se va a acabar en el año 2012. Extiendo la apuesta a esa fecha y reviro: si se acaba el mundo, yo pierdo y les doy dos millones de pesos, pero si no se acaba el mundo, yo gano y ustedes me los dan a mí.