lunes, 23 de febrero de 2009

Mozart y la píldora de inteligencia

Qué es más benéfico para ejercitar la memoria de un niño: ¿aprenderse los nombres y las biografías de los padres de la patria o los nombres y transformaciones de los 493 monstruos luchadores de la serie Pokemon? Para aprobar exámenes en el lamentable sistema educativo de México quizá lo primero, pero al cerebro, nuestra máquina de registrar, clasificar e interpretar información, le da exactamente igual memorizar una cosa que la otra. La capacidad de almacenar datos se ejercita igual aprendiéndose pokemones que próceres, y hasta se podría alegar que los monstruos  aventajan a los padres de la patria en que a los niños les interesan más (en la cultura infantil se valora más el conocimiento enciclopédico acerca de los primeros).

Mienstras escribo esto escucho el concierto para piano no. 21 de Wolfgang Amadeus Mozart y se me ocuure otra pregunta: ¿qué es mejor para el cerebro del niño, escuchar música de Mozart o de su grupo preferido? Pese a que en nuestra cultura se valora más a los "grandes maestros" que cualquier otra cosa, es posible que la respuesta sea la misma: que da igual. Al cerebro de esponja de un niño le importan un comino nuestros prejuicios culturales. La música de Mozart es hermosa, ordenada, colorida, rítmica y regocijante, pero lo mismo se puede decir de un buen jazz y de muchas expresiones del rock y de la música popular. El pedestal en que la cultura occidental pone a Mozart (o, en Estados Unidos, a "las tres Bs: Bach, Beethoven y Brahms") tiene mucho de relativo, vale decir de prejuicioso, y puede conducirnos a malgastar nuestro dinero, como veremos.

Así, hace 15 años se anunció con trompetas y clarines (o clarinetes) que escuchar Mozart hacía a los bebés más inteligentes. El gobernador de Georgia recomendó obsequiar CDs de música clásica a todas las parturientas de los hospitales públicos. En Florida se aprobó una ley que obliga a las guarderías públicas a poner a los menores de dos años a escuchar música de Mozart una hora al día. Y un empresario ganó una  fortuna vendiendo discos para bebés. El "efecto Mozart" se convirtió en la garantía de que nuestros hijos serían más listos que nosotros sin invertir en actividades extraescolares y cursos de estimulación. Y sin tener que leerles ni jugar con ellos. Qué cómodo.

¿De dónde salió esta idea? De un estudio realizado en 1993 por Gordon Shaw y Frances Rauscher, de la Universidad de Wisconsin. Los investigadores tomaron un grupo de estudiantes universitarios y evaluaron su capacidad para percibir relaciones espaciales y ordenar secuencias temporales por medio de pruebas estandarizadas. Luego les pusieron Mozart. Después de escuchar la música por unos minutos los estudiantes mejoraron ligeramente en las mismas pruebas. El efecto duró entre 10 y 15 minutos. El experimento no se ha podido reproducir satisfactoriamente.

En resumen: en una prueba aislada unos cuantos estudiantes universitarios -no niños pequeños- mostraron una leve y pasajera mejoría en ciertas habilidades que no bastan para determinar la inteligencia después de escuchar una pieza de Mozart por unos minutos. La conclusión de los medios de comunicación: ponerles Mozart a los bebés todos los días los vuelve más inteligentes para siempre.

Rauscher se ofuscó. La investigadora, que también es cellista, dijo: "Daño no va a hacer, claro, pero creo que ese dinero estaría mejor invertido en mejorar los programas de educación musical". No es lo mismo, pues, recetarle al niño una hora de Mozart al día que enseñarle a hacer música. En otro estudio, unos niños que tomaron clases de música y tocaron con sus compañeros 15 minutos al día durante cierto tiempo mostraron mejorías en ciertas habilidades cerebrales, mejorías que perduraron hasta por dos años después del experimento. Y he ahí la paradoja: decimos que valoramos a los "grandes maestros" de la música (en realidad, según la época, se valora a uno o a otro; de momento, el ganador es Mozart, pero en el pasado han sido Bach, Beethoven, Wagner, Sibelius y otros), sin embargo se menosprecia la educación musical. En México la música prácticamente no figura en los programas oficiales (en los años 90 se eliminó de la educación nacional, para consternación de los entendidos). El revuelo que causó el "efecto Mozart" se debe a esta actitud hipócrita, y además, creo yo, al gusto por las soluciones fáciles para educar a los niños. Dicen los expertos que la atención que se les prodiga, así como los juegos y la lectura en voz alta, siguen siendo lo mejor para estimularles el cerebro a esas esponjas ávidas de información y estructura.

No perdamos el tiempo obligando a los niños a escuchar una música que quizá no están capacitados para apreciar. Lo único que conseguiremos es atajar la posibilidad de que, más adelante, puedan disfrutar la extensa variedad de música buena que ofrece el mundo y que incluye a Mozart, en efecto, pero también muchísimo más.

4 comentarios:

José María Hdz dijo...

Hola Sergio. Me llama mucho la atención tu comentario de hoy porque una de mis hermanas y dos amigas mías están embarazadas, y tooodas le ponen música a sus hijos aun no nacidos, jajaja, ya imprimí tu comentario para dárselos a las 3.

Yo desde muy chico me aprendía todas las canciones que me gustaban y la gente se sorprendía de que tuviera memoria para recordar todas las letras, pero siempre el siguiente comentario era "si así fueras para aprenderte las cosas de la escuela". La verdad nunca fui burro, pero tampoco era el primero de la clase. Y aun hoy sigo aprendiéndome cada canción que me gusta. ¿Es esto bueno? ¿O igual que la música clásica para los niños ni me ayuda ni me perjudica?
La verdad lo hago para poder escuchar la música aun si no tengo como reproducirla con un cd y porque no me cuesta nada de trabajo. Lo que sí es que me ayuda a tocar la guitarra porque puedo deducir notas aunque no las sepa, porque recuerdo como debe de sonar.

Saludos Sergio.

Anónimo dijo...

Sergio, muy buena la reflexion de hoy. Si me lo permites, varió un poco de tu caracteristico enfoque cientifico, a uno mas de responsabilidad personal. Y me gustó mas de esa manera.

Es cierto lo que apuntas, la facilidad con que una falsa aseveracion perdura en el tiempo, y por otro lado, las ganas que tenemos de que algo "nos libere" de la carga de la educacion de los hijos... y sin embargo, en esta sociedad moderna donde para MANTENER un nivel economico, no digamos ya de comodidad sino de simple sostenimiento, CUANTO MAS HA QUE TRABAJAR.

MAS HORAS EN LA OFICINA, MAS HORAS EN TRTAYECTO Y A VECES, TRABAJO LLEVADO A LA CASA DE PLANO PARA NO VIVIR EN LA OFICINA... que te vean en la sala de tu casa, aunque sigas aporreando el teclado de tu PC personal.

... y sin embargo, los padres DEBEMOS equilibrar el tiempo laboral (para lo economico) con el tiempo familiar (para esa salud emocional de los hijos y la esposa).
¿como ves si un dia de estos nos platicas del concepto workaolic (adicto al trabajo)? seguro hay mucho de que hablar al respecto.

Luis Martin Baltazar Ochoa, Guadalajara, Jalisco

iKon dijo...

Hola Sergio. POr muchos años fui una fiel seguidora de la música clásica para estudiar, y me funcionaba... al menos por unos años así fue. Quizás no quiere decir que nos hagamos mas inteligentes al escuchar a Mozart o Bach o etc., pero muchas veces nos ayuda a ponernos un poco más tranquilos, a poner la mente en estado de relajació para poder dedicar toda nuestra atención (¿concentración?), al estudio en este caso.
Dejo de funcionar cuando empecé a quedarme dormida en horas que eran para estudiar... por cierto.

Saludos

Sergio de Régules dijo...

Hola José María. Bueno, como dice Frances Rauscher, daño no les hará a los bebés que les pongan música. Yo le cantaba a mi hija con la boca pegada a la panza de mi esposa, pero era para tranquilizarla cuando a media noche se sangoloteaba como tlaconete con sal (mi hija, no mi esposa). Creo que sí servía. En cuanto a las canciones, ejercitar la memoria siempre es bueno, y escuchar o recordar música pone a funcionar ciertas partes especiales del cerebro. Lo que les tienes que decir a tu hermana y tus amigas es que luego pongan a los niños en clases de música.
Luis Martín: haz de cuenta que estuvieras narrando la historia de mi vida. Veré si hay algo interesante que decir de los workaholics como yo.
Psyche: sí, cierta música puede servir para tranquilizarse o concentrarse, pero como músico te puedo decir que quizá ni a Mozart ni a Bach les hubiera gustado que se considere su música como Tafil auditivo...aunque soy culpable de lo mismo que tú, jeje.