jueves, 2 de abril de 2009

Ni que fuéramos profetas

Hoy mi alumna Zita me salió con que el mundo se va a acabar en el año 2012. ¿Cómo lo sabía? Porque lo dijeron los mayas.

Con paciencia y mucho tacto le expliqué a mi grupo que los mayas eran matemáticos, astrónomos y arquitectos admirables. Incluso les expliqué por qué (el ejemplo más vistoso es la pirámide de Chichén Itzá y su serpiente que baja por la pared de la escalera en los equinoccios, efecto que se obtiene con astronomía, geometría y un buen gusto insuperable). Pero estos arquitectos, astrónomos y matemáticos no eran magos ni adivinos. Desde mi punto de vista, nadie lo es: no se puede adivinar el futuro. Así, si es que los mayas hicieron semejante predicción (cosa que dudo), no habría que tomársela muy en serio. "Yo que tú no dejaba de hacer planes para el 2012", le dije a Zita.

Si bien nadie es adivino ni profeta -ni en su tierra ni en el extranjero-, a los científicos a veces se les pide que lo sean. El CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México) ofrece estímulos para empresas que hacen investigación y desarrollo.  En la solicitud se pide especificar qué resultados se obtendrán, cómo beneficiarán a la población y otros requisitos que estrictamente sólo se pueden saber si uno tiene una bola de cristal.

Pocas cosas son más impredecibles que la marcha de la ciencia. A fines del siglo XIX el físico alemán Max Planck se interesó en la luz eléctrica. Para tratar de hacerla más eficiente, Planck empezó con consideraciones teóricas acerca de la radiación que emiten los objetos cuando están calientes, llamada radiación térmica. Pronto la radiación térmica le pareció más intersante que los focos eléctricos. Hoy sabemos que sus reflexiones iniciaron la revolución científica más importante del siglo XX (y una de las más importantes de la historia): la mecánica cuántica, que hoy, por cierto, permite hacer luces más eficientes (los LEDs de los semáforos de la Ciudad de México son un ejemplo), pero también láseres, chips electrónicos, máquinas para ver el organismo por dentro, pantallas de plasma, computadoras... Aunque lo más importante es que la mecánica cuántica nos ayuda a entender mejor el universo.

Por la misma época en que Planck se interesaba en la radiación térmica, otro físico alemán llamado Wilhelm Röntgen hacía experimentos con el tubo de rayos catódicos (que es, en esencia, un cañón de electrones como los que tienen las pantallas de televisión convencionales). En eso estaba Röntgen cuando se dio cuenta de que una pantalla fluorescente que andaba por ahí sin ser parte del experimento empezaba a emitir luz sin que mediara nada. Después de muchos dolores de cabeza, Röntgen concluyó que el tubo de rayos catódicos emitía una radiación muy penetrante que se extendía por todo el laboratorio. El físico llamó a esta radiación rayos X. Los rayos X, como se sabe, han sido más o menos útiles en la medicina desde entonces.

He aquí dos adelantos inesperados que aparecieron cuando se buscaba otra cosa: no los hubiera podido predecir ni el maya más pintado, como no los pudieron prever sus mismísimos descubridores. Si Röntgen hubiera metido una solicitud a CONACYT para pedir financiamiento para sus investigaciones sobre rayos catódicos, en "resultados esperados" hubiera puesto quién sabe qué, pero no los rayos X, y le hubiera costado mucho trabajo rellenar la casilla "beneficios para la población". Los rayos catódicos se exploraban para entender mejor el universo, no para obtener un medio de verse los huesos.

Como señala el divulgador británico Mark Buchanan en un artículo en la revista Physics World, las innovaciones inesperadas y que cambian nuestra forma de ver el mundo, o nuestra forma de vivir en el mundo, no florecen fácilmente en el entorno de la ciencia como está organizado hoy. Financiar sólo los proyectos cuyos resultados se pueden predecir --y que además son útiles a la población de manera directa-- conduce a una ciencia conservadora que sólo se atreve a pisar terrenos firmes. Luego de la Segunda Guerra Mundial se estableció en Estados Unidos un clima mucho más propicio a la innovación. Se juntaron científicos, ingenieros y matemáticos y se creó una cultura de libertad que acabó por darnos, entre otras cosas, el transistor y el láser.

En estos tiempos de crisis quizá lo mejor sería dejar libre la mente para explorar nuevos territorios donde podrían encontrarse soluciones que hoy nadie se puede ni imaginar. Hay que fomentar la innovación, pero no exigiéndoles a los innovadores que nos digan qué van a inventar y para qué va a servir. Es un poco como pedirle a un músico que silbe la nueva sinfonía que va escribir antes de darle dinero para que la escriba. Una actitud de laissez faire en la economía nos llevó a esta época de crisis. Para que la crisis sea de verdad una época de oportunidades, quizá ahora habría que laisser faire a los innovadores científicos y tecnológicos.

8 comentarios:

Carlos Rivas dijo...

disfruto mucho lo que se escribe en este blog, cuando podia escuchaba imagen, y escuchaba de viva voz

ahora que cambie de residencia ya no me es posible pues no se puede sintonizar la opcion es internet pero no me es viable.

me da gusto haber topado con este blog y quiero que sepas que lo visitaré todas las semanas.

¿donde puedo conseguir tus libros?

SiR FrEaK ThE MiGhTy dijo...

Me parece muy acertada la observación, es imposible todas las repercusiones que puede tener un descubrimiento. Si los científicos pudieran hacer eso, hoy en día los sistemas operativos de las computadoras dirian Xerox, en lugar de Microsoft y Mac Os/X. Recordemos que Xerox es el culpable de que existan las interfaces gráficas y el mouse, desarrollados en el Xerox PARC, pero no vislumbraron el impacto que todo esto pudiera tener. Sin embargo fue un proyecto en el que se les dió rienda suelta a la creatividad.

Hay un invento que a mi me llama mucho la atención, que es el llamado elemento eléctrico perdido, el Memristor, que a ciencia cierta no se que repercursiones pueda tener en los aparatos eléctricos, me parecer que ahí es donde se juntan la tarea del investigador (ciencia dura) y el ingeniero ( como aplicador de conceptos).

Ahora bien, nos encontramos en una época complicada, porque conviven, una crisis económica global, junto a los esfuerzos por conservar el planeta. Si se resuelve un problema, evidentemente se afecta al otro. Si se aumenta la producción para reactivar la economía, se agrava el problema de contaminación, pero si se deja de producir, se agrava la crisis. Es una posición muy complicada, en la que una de las salidas en la inversión en investigación. Sin embargo me parece que los inversionistas están buscando retribuciones inmediatas, cuando sabemos que en la ciencia no es así. Para ellos es capital de riesgo, yo considero que no es así, porque la ciencia es noble, si no se descubre nada, ya se sabe que no hay nada por ahí, y si se descubre algo, es ganancia.

Menudo problema de los científicos.
Me imagino como se han de estar dando de topes los desarrolladores de Xerox de los años 70s, todo por no ser profetas.

Saludos a Zita, inspiradora de este curioso post.

Sergio de Régules dijo...

Hola Biker: ¿estás seguro de que no se oye Imagen en donde tú vives? A lo mejor sólo es cosa de encontrar la frecuencia (no es 90.5 en todo el país). Gracias por tu mensaje. Para conseguir mis libros lo más fácil es pedirlos directamente en las editoriales porque en las librerías no los tienen (las librerías sólo piden los libros que se venden; los otros sólo los tienen cuando acaban de salir). También por internet o tal vez en una librería te los puedan conseguir. Las editoriales son Paidós, Lectorum y ADN.
Freak: sí, la situación es complicada. Se supone que el desarrollo sustentable tiene como propósito equilibrar estas dos necesidades, pero mientras los inversionistas, como tú dices, sigan queriendo sólo ganancias inmediatas (actitud que condujo a esta crisis, por otro lado), no se va a poder hacer nada. Es muy bonita la idea de que la ciencia es noble, pero creo que la nobleza es un concepto relativo: la ciencia nos puede parecer noble a ti y a mí, que sólo le exigimos que produzca conocimiento, pero no se lo parecerá a un inversionista, a quien el conocimiento le importa un cacahuate (quizá con razón). Lo bueno sería que hubiera inversionistas interesados TAMBIÉN en el conocimiento, pero son raros.

Zovec dijo...

Sergio felicidades por tu blog, pienso de la misma manera que tu, a travez del tiempo, siempre existieron personas que quieren platicar el final los tiempos, afortunadamente nunca han atinado a sus predicciones, esto ya tiene su "tiempito" asi de los que mas me acuerdo, son los de Haven Gate, el Sr. David Koresh en Waco, los mayas, Nostradamus, entre otros.
nadie tiene la razon actualmente, hay un monton de teorias conspiratorias pero nada claro.
Lo unico que lamentarè cuando muera es no saber que adelantos siguen cuando me lleve la calaca.
saludos
Profesor Zovec.

José María Hdz dijo...

Buenos dias. Queria comentar que yo compré un libro de Sergio en la libreria Gandhi, y sólo compré uno, pero habia más, estoy casi seguro que habia cada libro. Hasta en Barns and Noble tenian 3 titulos de Sergio.
Bueno solo queria ayudar a Biker, porque yo tambien "batalle" para encontrar tus libros pero no está dificil, solo que a veces la gente que trabaja en las librerias como que no quiere vender.
Saludos.

Jesús Magonz dijo...

Aquí está la liga para que descarguen los Libros de sergio

No no existe, pero sería bueno Sergio que tengas un portal en donde puedan descargarse algunos de tus libros, puedes cobrar por descarga digital, creo que contribuiría a la divulgación científica, aunque me imagino que ya lo has pensado alguna vez.

Saludos desde morelia

Anónimo dijo...

jajajajaja, estuvo bueno ese último.....

Sergio de Régules dijo...

¡Yo también caí! Pues tengo un link en mi página personal (que nunca actualizo) con extractos del primer capítulo de algunos de mis libros y vínculos a Gandhi (creo). Lo de ponerlos en línea me lo dice a cada rato mi hermano, que insiste en conducirme a la opulencia (y yo que no me dejo), pero lo cierto es que no puedo hacerlo mientras tenga contrato con las editoriales (las cuales no se molestan en vender los libros, por cierto). Gracias Jesús (jeje: suena a agradecimiento teológico).