El premio Ig Nobel, creado por el matemático y showman Marc Abrahams, es una broma, pero las investigaciones que premia son serias, aunque a veces no parezca (¿"diamantes de tequila"?) El lema de los premios es "investigaciones que primero te hacen reír y luego te hacen pensar", y Abrahams husmea laboriosamente en las revistas especializadas de todas las disciplinas científicas como un minero en busca de diamantes para extraer al puñado de científicos que cada año se ganan el Ig Nobel. Así, es de suponer que detrás de los diamantes de tequila y de las vacas con nombre que dan más leche haya investigaciones sólidas cuyos resultados pueden serles útiles a muchas personas. Y así es. Douglas y Rowlinson (a quienes llamaremos Catherine y Peter para que den más leche) publicaron su investigación en la revista Anthrozoos: A Multidisciplinary Journal of the Interactions of People and Animals. El artículo se titula "Exploring Stock Managers' Perceptions of the Human-Animal Relationship on Dairy Farms and an Association with Milk Production" ("Exploración del sentir de los capataces acerca de las relaciones entre humanos y animales en las granjas de lácteos y vínculo con la producción de leche"...uf...).
Ingenuamente uno podría pensar que Cahterine y Peter simplemente estudiaron vacas con nombre y vacas sin nombre, y midieron su producción de leche. La conclusión escueta de que las vacas con nombre producen más podría interpretarse mal: me imagino al dueño de una vaquería comercial con miles de vacas perpetuamente conectadas a la máquina ordeñadora haciéndose ilusiones de aumentar su producción sin invertir ni un centavo con sólo ponerles nombre a sus animales ("Bueno, que todas se llamen Lulú y sanseacabó", dice el industrial lechero al tiempo que desde el ventanal de su vasta oficina divisa un panorama interminable de filas de lomos blanquinegros inmóviles). Pero lo que hicieron en realidad Catherine y Peter fue estudiar por medio de encuestas cómo perciben los capataces de las granjas lecheras la relación entre sus vacas y las personas que se ocupan de ellas, y sobre todo la diferencia entre vacas con miedo a las personas (miedo fundado en experiencias negativas) y vacas tratadas con amabilidad.
Catherine y Peter informan que 90 % de sus encuestados opinan que las vacas tienen sentimientos; que la mayoría reconocen que la relación con las personas influye en el temperamento de las vacas, aunque sólo 21% opina que éstas les tengan miedo a los humanos. Cerca de la mitad piensa que las vacas son más dóciles si su experiencia previa de las personas es buena y 78 % afirma que las vacas son inteligentes.
Al final, no es el tener nombre lo que , como un sortilegio, hace que las vacas den más leche, sino las condiciones de vida que tiende a ofrecer a sus animales quien también tiende a ponerles nombre. No hay que confundir causas con circunstancias concomitantes.
El asunto de las vacas con nombre me recuerda aquello de que los coches rojos tienen más accidentes. No sé si sea verdad (sospecho que no), pero supongamos que sí: que hay estudios estadísticos que indican que en los accidentes hay más coches rojos que de cualquier otro color. El automovilista ingenuo, como el industrial vacuno, podría pensar que pintar su coche rojo de otro color bastará para reducir sus probabilidades de sufrir accidentes de tránsito. Pero, como con las vacas, no es que el color influya mágicamente en el destino del coche y de su conductor. Más bien el color es señal de un cúmulo de circunstancias que, reunidas, favorecen los accidentes: podría ser que el rojo sea más difícil de ver claramente a altas velocidades, o que las personas que escogen coches rojos tiendan a manejar más rápido y ser más imprudentes, o ambas cosas y otras más. Estoy seguro que el conductor imprudente no mejora sus probabilidades de sufrir accidentes con comprarse un coche que no sea rojo.
La información, por lo general, hay que saber interpretarla, y con la información estadística la cosa es más apremiante y difícil. Se cuenta de un individuo que decidió mudarse cuando se enteró de que la mayoría de los accidentes ocurren en casa; también se habla del viajero frecuente que siempre llevaba una bomba en el portafolios porque había oído que la probabilidad de que hubiera dos bombas en el mismo avión era casi igual a cero. Se dijo una vez de George Bush que se preocupó mucho cuando le dijeron que la mitad de los estadounidenses es menos inteligente que la media (en una distribución estadística como la de la inteligencia la mitad de la población inevitablemente quedará por debajo de la media, ¡porque así se define la media!).
Los datos aislados --sobre todo los datos estadísticos-- pueden ser muy engañosos. Para entenderlos bien hace falta el contexto. Sin el contexto, podemos hacer muchas tonterías, como ponerles el mismo nombre a 5000 vacas, pintar el coche de blanco, mudarnos, llevar bombas en el portafolios y ser George Bush...
...o ponerles música clásica a los niños pequeños para que sean más listos.
3 comentarios:
En Michoacán, no recuerdo exactamente en qué parte, existe un ganadero que tiene sus vacas al aire libre y pastan libremente en el corral de su propiedad, pero cuando es la hora de la ordeña, él solo se sienta y empieza a llamar a las vacas por su nombre: Blanquita, Blanquita, Blanquita, Blanquita, Blanquita y la vaca que puede estar a 200 m de distancia, al oir su nombre empieza a caminar hacia donde está el ganadero para que la ordeñe........ Lo mismo hizo Manchas, Negrita, Bombón.....
A mí esto me pareció maravilloso!,
vivo en Chipilo, comunidad ganadera, la gran mayoría tiene vacas en su casa, cuando era niña pasaba mucho tiempo con mis tíos en medio de las vacas, y las vacas tenían nombre, cada tío tenía asignadas las vacas que debía ordeñar. Me acuerdo que a unas las trataban con dulzura, a otras les pegaban, y efectivamente, no todas daban la misma cantidad de leche.
Pero nunca vi nada parecido como lo de Michoacán.
A quien no le gusta que le llamen por su nombre!!!
Gracias por esta fantástica anécdota, MZM. La imagen del ganadero llamando a las vacas por su nombre es poética. Y sí, está claro que a cualquier vaca y a cualquier buey le gusta que le llamen por su nombre.
Sergio, creo que tu articulo anterior y este, van por el mismo rumbo: ser mas cuidadoso en el analisis de la informacion que nos llega, para de esa informacion poder obtener decisiones fundadas.
De hecho, ahor que ya tengo un buen rato de leerte, creo que eso en ti es una constante, promover que la gente sea mas habil para discernir.
Te platico que ahora con toda la turbulencia politica (bueno siempre, pero en estos tiempos mas) se ha ofrecido que hay MUCHOS DATOS SUELTOS por todos lso medios, y muchisima genta opinando en llamadas telefonicas, en las paginas de lso noticieros, en lso blogs, en twiter; en fin, muchos, muchisimos dando opinion... pero se nota que sin informacion.
Datos erroneos, medias verdades, huecos importantes en estadisticas, cliches, chismes, prejuicios, cerrazon de miras. Me doy cuenta que, en general, con solo un poco de informacion el mexicano se siente mas que calificado para opinar DE TODO CON TODO y cometemos la temeridad e injusticia de SER LAPIDARIOS EN NUESTROS JUICIOS... y de no tener el menor pudor cuando se demuestra que nuestra afirmacion de siempre, de años, estaba equivocada.
Ahora mas que nunca el llamado que con tanta terquedad haces en tus articulos, DE ENSEÑARNOS A PENSAR Y JUZGAR OBJETIVAMENTE, es necesario. A ratos, con mis limitaciones, entro a ciertos espacios de dialogo y trato de exponer argumentos rzonados... pero es dificil, creo de lo mas dificil, combatir una idea no razonada, si quien la expuso se siente plenamente satisfecho, instalado y conforme con pensar asi.
Nada tan dificil como abandonar un comodo sillon de una manera conocida de pensar. Nada mas arido que tener que cambiar no solo de opinion, sino de conviccion.
¿como ves?
Luis Martin Baltazar Ochoa
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